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Cultura

"Para cualquier escritor, la tecla más importante es la de suprimir"

De Inglaterra al Pacífico mexicano, de Long Island a Eurodisney, los relatos del mallorquín afincado en Sevilla Eduardo Jordá son viajeros por naturaleza.

el 20 abr 2014 / 22:30 h.

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Los relatos que componen el último libro de Eduardo Jordá, Yo vi a Nick Drake (Rey Lear), tienen dos cosas en común: casi todos vieron la luz antes por entregas en la prensa diaria, y ninguno está ambientado en España. «Nunca había hecho algo así, y te aseguro que del periódico al libro los cuentos cambian mucho», explica el autor. «Algunos los he ampliado, porque en prensa tienes siempre que someterte a un formato estricto. La tecla de suprimir es la más favorable a las musas, pero a veces se lleva cosas que están bien. La de guardar también es importante», agrega. eduardo-jordaComo sucede siempre en la literatura de este mallorquín de 1956 afincado en Sevilla desde hace años, es muy tentador preguntarse qué parte de realidad y qué parte de fantasía contienen las historias que conforman Yo vi a Nick Drake. «No entiendo la literatura que no sea autobiográfica, incluida la ciencia-ficción», zanja Jordá. «Todo lo que escribimos está inspirado en personas que hemos conocido o en situaciones que hemos vivido, siempre hay un sustrato de verdad, aunque la ficción luego altere todo, lo desfigure por completo», afirma el autor de libros como Playa de los Alemanes, Pregúntale a la noche o La fiebre de Siam. Sin ir más lejos, el relato que da título al libro se mueve en ese territorio de la media verdad: «Yo nunca vi a Nick Drake, lo cual tampoco es un mérito, porque poquísima gente lo vio. Pero la devoción es real, y también el hecho de que podría haberlo conocido fácilmente, pues en 1973, un año antes de la muerte de Drake, viví en casa de un amigo en Birmingham. El músico vivía con sus padres a las afueras de esa ciudad, de modo que si hubiera hecho averiguaciones podría haberme presentado allí. Lo que inspiró la historia fue esa posibilidad real». Algo parecido ocurre con las demás narraciones. Una de ellas parte de una anécdota que le contó a Jordá James Salter –de quien es traductor–, «sobre una visita que le hizo un director de cine famoso, cuando estaba muy enfermo de cáncer, y los dos a la vez recordaron un poema titulado Un día de verano. El resto me lo invento», dice, y apunta: «Que Salter haya estado 40 años en la oscuridad es algo inexplicable. Me contó que un día dio una charla en Denver con dos señoras y un borracho. ‘Conozco el fracaso’, me dijo». Inspirado en un viaje real a Eurodisney está también el cuento titulado simplemente como el parque de atracciones parisino, donde muchos encontrarán concomitancias con la popular serie Breaking bad, «aunque yo publiqué mi relato dos años antes, y nunca he sintetizado metanfetaminas ni nada parecido», aclara Jordá.   En cuanto a la pieza titulada ¿Por qué mataron a Jaurès?, sobre el asesinato del líder pacifista francés, el escritor comenta que las circunstancias que se desgranan responden a la realidad «en la medida en que se han reconstruido los hechos, pues no hubo testigos», aliñada con varias experiencias propias en la costa de Túnez, al igual que Lugar de espinas grandes, inspirado en ese Pacífico mexicano donde Jordá vio surfear por primera vez de verdad «a lo bestia», recuerda. «Se me ocurrió contarlo con la historia de una pareja a la que le iba bien el trasfondo de una rivalidad entre surferos que me parecía digna de un western», añade. Poeta, novelista, escritor de diarios y libros de viaje, Eduardo Jordá asegura que nunca sabe cuál es el próximo libro que va a salir: «Ahora tengo un par de cosas esperando turno, pero depende de la buena fortuna editorial. El mercado está en un momento incierto».

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