Rafael Gordillo junto al presidente del Córdoba, José Miguel Salinas.
El partido de Córdoba, con sus aspersores, su luz radiante y todas esas cosas al pie de la pista del Nuevo Arcángel, no pasa de mera anécdota. Si dos y dos suman cuatro, el Betis va a jugar en Primera en 2011-12. ¿Qué viene con el reenganche del club verdiblanco con la máxima categoría? Pues bastantes dudas. Punto a punto. 1) El cargo de Mel. Técnicamente, el entrenador está renovado y su sitio parece asegurado. No es así: nadie duda (las palabras y los hechos lo confirman un día sí y otro también) de la falta de ‘feeling’ de Mel con (todos) los que mandan ahora mismo en el club, y especialmente con el laico administrador Bosch Valero. Se le reprocha algo poco reprochable: que Mel es más amigo y está más conectado con Luis Oliver, que lo trajo, que con todos estos de ahora, que le lanzan darditos envenenados. A ver: uno es hijo de su padre y su madre… y amigo de sus amigos. Pero, planteadas así las cosas, hay un problema. Ese problema, se arregla por las buenas… o no se arregla.Sigamos: 2) Gordillo y la presidencia. Rafael Gordillo Vázquez trae al Betis cierta ‘baraka’ o suerte ancestral. Por simbolismo atávico, debería seguir siendo presidente; en España, Rafael Gordillo ‘vende’ el cargo mejor que nadie. ¿Qué se diría de su implicación en otros territorios y cuentas? Es un tema que parece no gustar demasiado al mismo Gordillo. Toca tomar decisiones en frío: algo difícil en lo tocante al Betis.
Más adelante: 3) ¿Quién y cómo controlará financieramente la toma de decisiones? ¿Los minoritarios que no ponen ni un duro y agitan activamente a través de sus canales mediáticos, los administradores concursales del Concurso, el Sr. Bosch Valero, administrador de la ilustrísima Mercedes Alaya… o el Sr. Ruiz de Lopera, propietario de la mayoría accionarial, cuyo control acaba de volver a reclamar a la Audiencia? Ahí está la madre del cordero. Así viene el futuro del Betis cuando esta semana, o la otra, el equipo va a pisar Tierra Prometida...