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Para el coche, chumbo y jaramago

Al petróleo le han surgido unos serios competidores en Andalucía: la chumbera, el tabaco o el jaramago. Si se consolida su utilización para la elaboración de biodiésel y bioetanol -principales biocarburantes-, la dependencia de los combustibles fósiles puede ser cada vez menor.

el 16 sep 2009 / 02:26 h.

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Al petróleo le han surgido unos serios competidores en Andalucía: la chumbera, el tabaco o el jaramago. Si se consolida su utilización para la elaboración de biodiésel y bioetanol -principales biocarburantes-, la dependencia de los combustibles fósiles puede ser cada vez menor.

Los biocarburantes son "aquellos combustibles ecológicos que sustituyen en mayor o menor parte el uso de la gasolina o el gasoil". Ésta es la definición que ofrece Abengoa, una de las empresas punteras en el desarrollo de estos carburantes, que tienen como objetivo la reducción de emisiones de efecto invernadero y la menor dependencia con los países exportadores de petróleo.

Los dos carburantes ecológicos principales son el bioetanol (que sustituye o se mezcla en diferentes proporciones con la gasolina) y el biodiésel (que hace lo propio con el gasoil). A pesar de sus aparentes ventajas, su utilización están recibiendo críticas por parte de algunos sectores.

En concreto, en la medida en que para producirlos se emplean plantas alimenticias (trigo, girasol, maíz o cebada), "pueden repercutir negativamente en el hambre en el mundo o aumentar los precios básicos", alerta María Pilar Dorado, del grupo Biosahe (Biocombustibles y Sistemas de Ahorro Energético) de la Universidad de Jaén.

Este problema puede encontrar una solución en Andalucía: dos proyectos investigación relacionados con materias primas no agrícolas se están desarrollando actualmente en la comunidad. El primero de ellos lo lideran la Fundación Cajamar y la empresa almeriense Albaida, coordinadas por Abengoa. Están comprobando el rendimiento energético de los azúcares de chumberas y tabaco arbóreo para producir bioetanol.

El segundo, protagonizado por Biosahe, está comprobando la idoneidad de los aceites de plantas como el jaramago, el cártamo, la colza etíope y el ricino para la fabricación de biodiésel. Pero todavía es pronto para lanzar campanas al vuelo: según las coordinadoras (Mercedes Uceda en Cajamar y María Pilar Dorado en Biosahe), "aún son sólo experimentos; hay que demostrar la eficacia de estas materias para que se universalice su uso".

Otro de los principales problemas a los que se enfrentan estos combustibles es el de la distribución. En Andalucía, según datos de la Agencia Andaluza de la Energía, sólo 88 estaciones de servicio suministran biocarburantes en mezclas superiores al 5%, lo que representa el 6,9% del total de las gasolineras. De ellas, el bioetanol sólo está presente en una, inaugurada el pasado año en Montequinto, Dos Hermanas.

Aparte de esto, hay muchas reticencias hacia los carburantes ecológicos por parte de los conductores. Su consumo no alcanza todavía el 2% del total de carburantes en la comunidad.

Esto ocurre a pesar de que los fabricantes aseguran que mezclados en proporciones bajas (5% ó 10% de bioetanol o biodiésel respecto a gasolina o gasoil) son tolerados por cualquier motor. Además, su precio es sensiblemente más bajo que el de los carburantes tradicionales (una media de 15 céntimos menos que el gasoil y 2 menos que la gasolina, como recoge la web del Ministerio de Industria).

En cualquier caso, según María Pilar Dorado, "los biocarburantes no serán nunca una solución definitiva a la utilización de derivados del petróleo. Servirán para prolongar la vida de los combustibles fósiles, y para disminuir la dependencia de los países productores. Pero hay que tomarlos como algo transitorio, mientras se encuentra algo mejor, que todavía no ha llegado".

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