Cultura

'Para el poeta, la única pista de despegue es el desasosiego'

El barcelonés Joan Margarit, último Premio Nacional de Poesía, participará mañana en 'Factor Humano' y publica un nuevo libro, 'Misteriosamente feliz'

el 15 sep 2009 / 23:30 h.

-Es su primer libro tras el Nacional. ¿Le ha pesado el premio en algún sentido?

-En absoluto, este libro ya estaba hecho y terminado cuando recibí el premio. La poesía está al margen de esas cosas, ¡mal iríamos si tuviera que ir al ritmo de los premios y los castigos! Por supuesto agradezco el Nacional, agradecido es bien nacido. Pero agradezco y continúo.

-Misteriosamente feliz es un título que contradice la idea de que el poema feliz no existe, que todo nace del desajuste, del desasosiego.

-Es que el desasosiego es la única pista de despegue. La felicidad no despega de la mentira, sino de la lucidez y la verdad. Y cuando aplicas la verdad a la vida, te encuentras de todo. Hay que empezar por preguntarse: ¿Qué hay de verdad o de mentira en tu angustia? Después de Joana [el libro que escribió tras la muerte de su hija], empecé una trilogía formada por Cálculo de estructuras, que podría ser un tratado poético sobre el dolor; Casa de misericordia, sobre el consuelo; y Misteriosamente feliz, sobre el despegue hacia una posibilidad de felicidad.

-Literaturizar su propia experiencia personal, ¿requiere asimilar las cosas mejor que el ciudadano común?

-No, sólo podemos escribir porque, en el fondo, las personas somos muy parecidas. Yo le explico algo que hay en mí, pero sólo porque también está en usted. Lo primero que tengo que dilucidar en un poema es qué parte es sólo mía: ésa no tiene ningún interés. Pero aquello que sucede, por ejemplo, cuando se pierde un hijo, eso lo siente igual el rey y el último vagabundo. Eso es lo que debe ir en el poema, ésa es la búsqueda. Por lo demás, ¿desde dónde voy a escribir, sino desde mi propia vida?

-Siempre ha apostado por la claridad, contra la poesía más críptica. ¿es un fraude el hermetismo?

-Sí, es como los místicos, que te dicen que se han ido a un territorio oscuro al que tú no puedes llegar, y han visto muchas cosas que no te pueden contar. En mi formación científica aprendí que aquel que intenta explicarte algo y no logra que tú lo entiendas, es porque él mismo no lo entiende.

-¿Ser arquitecto le ha ayudado a construir poemas?

-Uno tiene una vida sexual, familiar, profesional, pero eso importa poco. Lo que la poesía quiere es que busques algo verdadero. Sí me ha sido útil mi formación científica, me ha ahorrado muchos devaneos ornamentales.

-Sus poetas son ya conocidos, pero nunca le he oído hablar de sus arquitectos favoritos.

-De los modernos, Frank Lloyd Wright, aunque lo que me gusta de veras es el Renacimiento, el Neoclasicismo. Después de Le Corbusier me interesan muy pocas cosas.

-¿Con la crisis del ladrillo al menos va a ganar la poesía?

-Mal irá el poeta que para escribir necesite pasar hambre o tener la mesa bien puesta. La poesía debe moverse al margen de la riqueza, incluso de las intenciones políticas. Quizá la poesía no sea un recurso para dar de comer a alguien, sino una herramienta de ordenamiento personal, intransferible, de paz y consuelo. Evidentemente, si todo el mundo está consolado, estaremos mejor. Pero escribir un poema para hacer la revolución es como coger un bisturí para clavar un clavo en la pared.

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