Diez jóvenes, dos de ellos menores, han sido puestos a disposición de la Fiscalía de Menores por agredir a otro joven golpeándole con un cinturón y una barra de hierro. La víctima, a la que le rompieron una pierna, según dicen los matones, les había mirado. Fue en un centro comercial de Mairena del Aljarafe, uno de esos lugares, en los que una siempre tiene la sensación de que como a alguien se le ocurra salirse del carril al que obliga el diseño arquitectónico, puede romperse el equilibrio y producirse un cataclismo.
Suelen ser precisamente los jóvenes los más adictos a la locura consumista de "circuito cerrado" y allí estaban los matones de esta historia, que no son los primeros que protagonizan un episodio de violencia, ni desgraciadamente van a ser los últimos, porque algo de enloquecida carrera hacia la vaciedad cerebral parece estar afectando a una juventud alienada, ni culpable ni inocente, pero desde luego mecida en los brazos de los prometedores de delicias de usar y tirar, de tal suerte que ya nada, o casi nada, tiene valor. Ni las personas a veces. Estoy segura de que hay miles de jóvenes mucho mejores que lo que fuimos nunca todos los que alguna vez generalizamos en la crítica injusta a los jóvenes. Y, sin embargo, nadie puede negar la faltita que nos hacía una asignatura como la de Educación para la Ciudadanía digan los que digan los señores obispos, Dios los perdone.
