La Ley de Tráfico debería aclarar que la discriminación positiva, las políticas de apoyo a los colectivos marginales y la consideración especial para con los desfavorecidos no incluyen a quienes, yendo al volante, se encuentran con un ceda el paso. Vamos, que tiene uno que comerse el parabrisas para que pasen los pobres y encima ponen cara de dignidad ofendida, como de haber actuado uno de forma poco proletaria. Cuando puede, el tonto de este servidor tira por calles en cuyos cruces no tenga prioridad; está comprobado que una pequeña demora es sumamente preferible al incordio de estamparse contra uno de esos ejemplares de caza mayor en plena estampida, energúmenos que creen que un stop es un anuncio de pastillas Koky. Pues así es: que sólo hay un concepto más elástico, sobornable e interpretable que la religiosidad: la preferencia. Estas fiestas existen para que la gente se pare a pensar. Yo me conformo con que se pare.
