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Parques cerrados a la espera de inauguración

El Tamarguillo y el Guadaíra aguardan su apertura tras acumular meses de retrasos

el 04 sep 2010 / 17:08 h.

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Antiguos molinos ubicados en la ribera de río Guadaíra.

Sus inauguraciones acumulan varios meses de retraso. Oficialmente están cerrados y sus perímetros están protegidos por un vallado provisional. Pero la ciudadanía ya ha comenzado a hacerlos suyos aprovechando los huecos abiertos en su cerramiento. Mientras siguen pendientes de la fecha de su apertura, el estado de conservación de los tres nuevos grandes parques de la ciudad -el Guadaíra, el Tamarguillo y Miraflores- corren una suerte desigual.


El que presenta peores condiciones es el del Tamarguillo, una antigua escombrera reconvertida después de un proceso de casi tres lustros en un gran pulmón de 96 hectáreas, cuya entrega prometió el Ayuntamiento de Sevilla en enero pasado.


Situado entre las viviendas del Parque Alcosa y las instalaciones del aeropuerto de Sevilla, la última intervención realizada en el parque, con un inversión de 2,1 millones de euros, consistió en la dotación de equipamientos e infraestructuras como bancos, farolas y juegos infantiles.


La obra, financiada gracia a los fondos procedentes del Plan 8.000, finalizó en junio pasado y desde entonces varias asociaciones vecinales acusan al Ayuntamiento de Sevilla de tener "completamente abandonada" esta zona verde, donde en las últimas semanas se han registrado hasta siete conatos de incendio -sospechan que puedan ser intencionados- que han calcinado en torno a unas cuatro hectáreas del total de 96 del recinto.


El parque se encuentra "cerrado y en un limbo administrativo", pues aunque se han llevado a cabo trabajos de adecuación "no se desbroza ni se limpia", critica el presidente de la asociación Movida Pro Parque del Tamarguillo, Julián Balmón. De hecho, como demuestran las fotografías, el parque es un auténtico pastizal, con la broza y la maleza creciendo a su antojo y cercando las ramas de los árboles, situadas a cotas muy bajas.
Considera "una pena" que ahora que el consistorio ha equipado una parte del parque "no sólo no se ha inaugurado sino que, al verse sin limpieza ni mantenimiento, tememos que otro incendio pueda arrasar los equipamientos o que empiecen a introducirse vándalos que puedan venderlos como chatarra".


De igual modo, se refiere a un "plus" de peligrosidad: el parque linda con la cabecera de pista del aeropuerto de San Pablo y con la autovía Sevilla-Madrid, un enclave geoestratégico y complicado, porque cualquier incendio podría originar graves problemas al tráfico aéreo y a la circulación.


Debido a la falta de conservación y de riego, muchos arbustos se están secando. El Ayuntamiento de Sevilla ha reaccionado a las quejas vecinales enviando al parque "una pipa de agua y a dos empleados con desbrozadoras manuales", una dotación "a todas luces insuficiente" para la gigantesca extensión de esta zona verde, según critica.


Muy distinto es el cuidado aspecto que presenta el del Guadaíra. Las obras de restauración y acondicionamiento ambiental del antiguo cauce del río Guadaíra, que ha llevado a cabo la UTE compuesta por las empresas Juan Antonio López Reyes y Heliopol, concluyeron a finales de 2009. Según explica el jefe de obra de la UTE, José Luis Reina, el contrato incluía un año completo de mantenimiento de esta nueva zona verde, por lo que será a finales de año cuando se proceda a hacer entrega del parque a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), organismo que ha cofinanciado, junto al Ayuntamiento de Sevilla, este proyecto con la aportación de los fondos europeos Feder.

Cada día, una cuadrilla compuesta por seis personas se encarga de mimar cada una de las 42 hectáreas del parque, de las que 18 son de césped. Más de 3.000 árboles -pinos, olivos y alcornoques, entre otras especies- y alrededor de 40.000 arbustos -romero, lavanda y tomillo principalmente- se han plantado en este nuevo espacio libre que ha permitido regenerar por completo las riberas del Guadaíra.

Los antiguos molinos de Teatino y Judea (redescubierto ahora tras su demolición en los años 40) son otros de los tesoros del nuevo parque, un pulmón que discurre desde las cocheras del Metro de Sevilla en Su Eminencia hasta el Polígono Sur, al lado de la SE-30, que precisamente es su gran barrera.Pese a que el parque se encuentra cerrado y su perímetro está cercado por vallas, son muchas las personas -ciclistas, corredores y familias enteras- que emplean esta vasta extensión de césped, pradera y parterre para hacer deporte o simplemente como lugar de esparcimiento y ocio. Para ello aprovechan los numerosos "agujeros" abiertos en su cerramiento, unos huecos que la UTE encargada de su mantenimiento ha renunciado ya a taponar ante la rapidez con que se reproducen cuando lo hace.


Pero no todos los inquilinos del parque, concebido también como área de integración de barriadas desfavorecidas a través de una zona verde común, penetran en sus instalaciones con buenas intenciones: aunque no de forma sistemática, sus cuidadores advierten de que el recinto ha sido "objetivo puntual" de acciones vandálicas. Varios metros de su vallado perimetral han desparecido para su venta como chatarra, así como algunos de los husillos instalados por el parque, a pesar de contar el recinto con vigilancia. Semanas atrás hubo una racha en la que los aspersores amanecían rotos e incluso hay propietarios de ganado en las inmediaciones que utilizan este espacio como lugar de pasto de sus rebaños, síntomas que también siembran dudas sobre el uso futuro de este parque.

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