Local

Pasa de la ‘depre’

El asturiano vuelve con ‘La zona sucia’.

el 27 ene 2011 / 17:20 h.

TAGS:

Todavía no ha acabado la cuesta de enero y ya nos intentan colar San Valentín en las carteras. Aprovecha la fecha para hacerle un corte de mangas a Cupido, al consumismo y de paso a tu pareja y lánzate en brazos de Nacho Vegas. Jamás estar soltero fue tan gratificante.

El asturiano pertenece a esa raza de músicos que encuentran en el dolor, en el lamento y en la oscuridad el pilar maestro de su arte, como las series tétricas de Goya o los cuentos de Edgar Allan Poe.

La discografía de Vegas es el paradigma de todo lo anterior y La zona sucia, el disco que verá la luz de manera inminente, no iba a ser menos. Sin embargo, tras varias escuchas, nos encontramos con otro Nacho.

Se ha esfumado su sordidez habitual y el disco entero -compuesto de diez temas- tiene un punto luminoso. Será por lo directas que resultan sus letras, por las pegadizas melodías o porque han ganado fuerza instrumentos como el órgano o el acordeón.

Nos atreveríamos a decir que suena incluso optimista. Evidentemente, dentro de los parámetros habituales del asturiano, no espere el respetable una canción de Nena Daconte. Ni letras chorras, ni besitos en la boca, vaya.

Es más bien el optimismo que se abraza tras la redención, tras haber expulsado a los demonios que uno lleva dentro.La zona sucia es un disco escrito casi por completo en primera persona -la excepción es El mercado de sonora- con momentos orquestales epopéyicos y fragmentos corales que ayudan a pasar los versos inquietantes del asturiano (Cuando te canses de mí y Lo que comen las brujas).

Reloj sin manecillas se coloca como una de nuestras favoritas por el mensaje esperanzador con el que rompe el estribillo. La gran broma final, sin embargo, ha perdido la crudeza que tan bien le venía al decorarla instrumentalmente.

Destacables son Perplejidad y La comedia humana. La primera recuerda por su ironía a El hombre que casi conoció a Michi Panero y el matiz canalla que adquiere Vegas, y la segunda es sobresaliente líricamente. Un disco no apto para regalar en San Valentín, pero que, quizá por eso, nos ha gustado. Mucho.

  • 1