Rodamientos Bulnes acaba de ser distinguida en la IIedición del Premio Focus-Abengoa a la Empresa Sostenible en la categoría de pequeña y mediana empresa. El reconocimiento le llega a este negocio familiar tras haber dado un salto de calidad en los últimos años que está a punto de convertirse en un doble mortal: este mes inauguran unas instalaciones de 14.000 metros en el polígono sevillano de El Chaparral con las que aspiran a vivir un crecimiento exponencial: su objetivo es duplicar su facturación en los próximos cuatro años. PEPO HERRERA ¿Cómo nació la empresa? La fundó mi padre, Manuel Bulnes, en 1956. Trabajaba en una empresa de recambios de automoción y tras acumular experiencia decidió que era su momento. Hoy, a sus 71 años, sigue vinculado a la empresa: viene todos los días, se levanta a las siete de la mañana y se va a las ocho de la tarde, y se pasea por aquí incluso sábados y domingos. Tiene una energía y un entusiasmo que nos transmiten muy buena onda. La empresa está ya en manos de la segunda generación ¿Cuántos de sus parientes continúan en ella? Mi hermana María del Carmen, mi hermano Carlos Alberto, mis tíos Isabel, Águeda y Rafael y dos de mis primos. Somos ocho en total. Se dedican a los rodamientos, pero ¿Cuál es la especialidad, la fortaleza de la empresa? Los rodamientos son los elementos de fricción que se usan en la industria pesada, están en el motor de un avión y en el patinete de un niño. Nosotros nos especializamos en las grandes industrias, sobre todo agroalimentaria, petroquímica y energías renovables: plantas eólicas y termosolares, desaladoras y ciclos combinados. Pero la principal diferencia es que, mientras las empresas de nuestro sector son distribuidoras de marcas internacionales, nosotros hemos empezado a diseñar nuestros propios rodamientos. ¿Por qué decidieron dar ese giro? Hace cinco años conseguimos unos contratos muy importantes fuera de España. Cuando acudimos a nuestros suministradores para encargar los productos, nos dijeron que para esos países ellos tenían sus propios suministradores y no podían vendernos. Nos pasó la primera vez, pero la segunda ya no. Ahora competimos de tú a tú con esas multinacionales porque diseñamos y fabricamos todo. Somos más pequeños, pero también más ágiles. ¿Les da suficiente ventaja el hecho de ser más ágiles? Cuando nos llega un pedido lo analizamos, vemos qué le conviene a ese rodamiento y somos flexibles para adaptarnos: si va a estar en el desierto, tendrá que soportar mejor el calor. Una multinacional no cambia un diseño estándar tan fácilmente. ¿A cuántas personas tienen empleadas? ¿Este cambio les hizo incrementar su plantilla? Entonces teníamos 15 trabajadores y ahora 35, pero lo más importante fue el cambio en el sistema de trabajo. Pasamos de comprar y vender a analizar, diseñar, probar, experimentar... ¿Hizo falta una gran inversión? Más que en dinero, en la forma de trabajar. Tuvimos que contratar a ingenieros, y por entonces lo que yo sabía de ellos era que cobraban más que los demás trabajadores (se ríe). Cuando se consiguió ese punto técnico y vimos que empezaba a rodar, nunca mejor dicho, empezamos a hacer cosas que antes no podíamos. Aprendimos mucho de las grandes ingenierías, porque íbamos a una reunión con Abengoa y sabíamos que si no lo teníamos todo controlado hacíamos el ridículo, así que nos preparábamos mucho. En esas reuniones éramos como esponjas, lo absorbíamos todo, era como si nos dieran clases magistrales gratis. ¿Por qué eligieron ese tipo de rodamientos para desarrollarlos? Analizamos qué tecnologías podían tener una gran demanda, y se le sumó el auge de las energías renovables. Además, nos mola la sostenibilidad, si lo que hacemos contribuye a contaminar menos, mejor; nos sentimos más cómodos. Abengoa les ha premiado por su sostenibilidad. ¿Cómo lo han hecho? Para trabajar para Abengoa tienes que medir cuánto exactamente contaminas y mentalizarte de que debe ser lo menos posible. Nosotros hemos crecido porque nos hemos movido en este ámbito, hemos firmado protocolos de no contaminación, hemos mejorado nuestra competitividad y nos llaman por eso de empresas de todo el mundo. Nos ha ido bien subirnos a ese carro. ¿Cuál es su índice de exportación y a qué países venden? Vendemos el 50% en España y el 50% fuera, la exportación ha subido porque el mercado nacional ha bajado mucho. Fuera puedes ir cambiando de país. Trabajamos en Marruecos, Estados Unidos, Turquía, Abu Dhabi, Emiratos Árabes, India, Sudáfrica, algunos países de Europa... ¿Cuánto facturan? Diez millones, con una perspectiva importante para los próximos dos años, sobre todo por la exportación. También tenemos previsto abrir nuevas sedes, ahora tenemos la central en Sevilla y una en Mérida. En febrero inauguramos nuevas instalaciones de 14.000 metros cuadrados en El Chaparral, y a lo largo del año queremos abrir otra sede para Andalucía Oriental, en Jaén, y quizá a finales de año en Madrid. ¿Prevén crecer moderadamente? Cuando empezamos a diseñar aceptamos un volumen moderado de ventas, para controlar cualquier desviación. Eran pedidos de 10.000 o 50.000 euros. Pero hemos crecido exponencialmente, ahora tenemos pedidos de millón y medio de euros y la previsión es duplicar la facturación en los próximos cuatro años. ¿La nueva sede obedece a sus necesidades de crecimiento? Hace cinco años nos adaptamos a lo que teníamos y necesitábamos sitio para ese crecimiento. Eso sí, en las nuevas instalaciones hemos hecho una inversión que nos permitiría multiplicarla hasta diez veces. Hemos previsto elementos que ahora no necesitamos, para un futuro. La plantilla es joven, la mayoría entre 30 y 40 años, y nos apetece mucho ese crecimiento. ¿Las instituciones andaluzas ayudan a los emprendedores? Ayudan en la medida de los recursos que tienen. Ha habido años de excesos, pero ya no. La sostenibilidad es el futuro más inmediato, es donde se puede crecer y hay que impulsarlo. Lo que ha hecho mucho daño al sector son los recortes de las primas de las energías renovables. Hacen falta más incentivos, porque se trata de una energía sin límites, que no contamina, que hay que impulsar. Si nos impiden crecer será muy perjudicial.