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Pedro Carrión, un doblete para soñar

Pedro Carrión es un superviviente del fútbol. Es imprevisible, un ariete nato que busca completar su curriculum con un ascenso a Segunda División B. Y de su ingenio emanan las virtudes de un Alcalá que logró un concluyente triunfo en el encuentro de ida de la primera eliminatoria del play-off ante un rival, el Moratalla, rácano, sin un creador y con el miedo grabado en su mente.

el 16 sep 2009 / 03:16 h.

Pedro Carrión es un superviviente del fútbol. Es imprevisible, un ariete nato que busca completar su curriculum con un ascenso a Segunda División B. Y de su ingenio emanan las virtudes de un Alcalá que logró un concluyente triunfo en el encuentro de ida de la primera eliminatoria del play-off ante un rival, el Moratalla, rácano, sin un creador y con el miedo grabado en su mente.

El entrenador visitante, Mariano Oyonarte, apostó por un dibujo, un 4-1-4-1, que no anuló el potencial ofensivo blanco y el amplio repertorio de estrategia de los pupilos de José Antonio Asián.

De inicio, el técnico alcalareño apenas varió su esquema tipo. El incombustible Djily, un incordio para el doble pivote rojillo, asumió el papel sucio en la medular, donde el ritmo de Ángel Luis no supuso un plus de intensidad a las transiciones ofensivas. Platero, elegante e ingenioso de principio a fin, se asoció con Pedro Carrión y monopolizó la cuota de peligro a balón parado. Un envenenado zurdazo de Sergio Piñol encogió el corazón de los locales, dudosos tras el escarceo inaugural de los moratalleros.

En pleno desconcierto, Pulido cometió un penalti no señalado por manos dentro del área tras una veloz cabalgada de Antonio Muñoz. Eléctrico nacía el encuentro cuando Dani Platero y Pedro Carrión avisaron a Ginés con una acción de pura energía. El Moratalla propuso un combate en las acciones aéreas y el Alcalá, fiel a su estilo, aceptó el reto. En una opción de manual se construyó el 1-0. Pedro Carrión, sin marcaje, batió al meta rival en una falta.

El 1-0 calmó al cuadro blanco, superior en el plano físico y con una defensa capaz de empequeñecer a Antonio Muñoz, un joven trotamundos de piel curtida y con el gol en las venas. Platero asumió plasmar sobre el césped el guión del choque. De su visión germinó la ambición ofensiva y de su sacrificio una presión asfixiante.

Tras el descanso, el Moratalla, fundido físicamente, reculó y optó por contener a Pedro Carrión, que dibujó desde la nada un amplio carrusel de ocasiones que pudieron sentenciar la eliminatoria. Asián premió a Ismael y ordenó un asedio con sus armas habituales. Juego áereo y orden defensivo. Djily se unió al plan con una garra espectacular. Izó la bandera blanca el once rival cuando Carrión logró el 2-0 en un saque de esquina milimétrico botado por Platero. Hasta perdonaron Chapi e Ismael. Luz verde.

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