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Peligro al amanecer

El avión a punto de completar el descenso en las primeras horas de la mañana se convierte en un mirador mágico -como el de M.C. Escher donde en los planos se intercambian niveles y perspectivas-...

el 15 sep 2009 / 17:09 h.

El avión a punto de completar el descenso en las primeras horas de la mañana se convierte en un mirador mágico -como el de M.C. Escher donde en los planos se intercambian niveles y perspectivas- desde el que observar cómo los faros de los miles de coches de persona marchando hacia su trabajo y de los vehículos de reparto, viniendo desde centros logísticos; convergen sobre los círculos concéntricos que componen las capas de Sevilla. Pero la calma y el silencio aparentes que se perciben desde arriba es un ir y venir frenético vivido a ras de suelo porque quizás es el período de mayor actividad de la ciudad visible, la de la superficie.

El amanecer, la antigua hora fatídica de las ejecuciones, plasmada trágica y sentimentalmente en Tosca o en las notas de Al alba, se ha convertido en la de los accidentes. Si en cada fin de semana es entonces cuando la locura juvenil se paga con la desgracia, en los días laborables se adueña de ese tiempo la inconsciencia para hacerlo un espacio desenfrenado -nunca mejor dicho- en el que conductores con las orejeras de lo inmediato imprimen a sus vehículos una aceleración innecesaria y sin sentido.

El peatón -cuando la luz lechosa hace de los pasos de cebra papel mojado y la luz ámbar deja de llamar a la prudencia- siente el peligro; sin metáfora porque en tan sólo unos días el viario sevillano se ha cobrado una vida, una pierna, y varias heridas infantiles. Quienes han causado esto no son gente malvada, no querían hacer daño. Son personas que, poco después, incluso pueden estar en el otro lado, ser víctimas de la calle y sumarse al reiterado titular periodístico; por eso ha de encenderse el ámbar de un gran semáforo con la misma intensidad y resultados del que se puso para las carreteras en los fines de semana. El mismo suceso, el mismo remedio.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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