Durante no menos de tres años las principales calles de Los Remedios han permanecido despanzurradas como consecuencia de la construcción del Metro. Recordemos que a las inevitables molestias de toda obra de tal envergadura se sumaron errores que obligaron a rehacer las aceras, al menos en dos tramos de República Argentina, sin contar las chapuzas de cada esquina, las pozas que se forman cuando llueve y la falta de limpieza, pero esto es ya un mal crónico de Sevilla que merecería capítulo aparte.
Mal que bien, el Metro se inauguró para Semana Santa y los trabajadores y las máquinas se fueron con la música a otra parte -a la calle Asunción-, pero cuál no sería la sorpresa de los vecinos al comprobar que tres meses después las aceras han vuelto a ser abiertas en canal, destrozando las baldosas recién estrenadas y enjaulando la avenida con lo que se inflige un nuevo castigo a los comerciantes. Nada que objetar al carril bici que se está haciendo, pero resulta de todo punto inconcebible la falta de planificación del Ayuntamiento y el gasto añadido e innecesario que conlleva esta obra sobre otra obra nueva. La ineficacia, la incapacidad, el desgobierno y la improvisación de este equipo municipal que padecemos en Sevilla han logrado acabar con la paciencia de los ciudadanos que, mayores o menores, no recuerdan un tan pésimo alcalde que sobrevive sometido al chantaje de los socios que lo mantienen apuntalado.
No hay nada más que darse un garbeo por cualquier zona de Sevilla para comprobar el lamentable estado de suciedad, cuando no de abandono en que se encuentran zonas enteras de la ciudad. Es un clamor. No hay un solo guardia que vigile la doble fila ni la carga y descarga. Los electores prefirieron a Zoido, pero la aritmética de los acuerdos con Izquierda Unida impuso a este señor al que, con el mayor respeto hacia su persona, sólo le cuadra el calificativo, político desde luego, de inconmensurable inútil.
Menos mal que el propio Partido Socialista parece estar convencido de la necesidad de su relevo, fallido, ¡ay!, cuando no pudieron mandarlo a Europa con viento fresco. Pero entre tanto ha empadronado a Penélope -no confundir con la musa de Almodóvar- en Los Remedios para inspirar al departamento de obras del Ayuntamiento, de forma que cada vez que una calle quede por fin terminadita se le aplique la leyenda y sea nuevamente deshecha y así una y otra vez. Aviso: cuando dentro de un trienio esté terminada Asunción aparecerá de nuevo el espíritu de la vecina Penélope que insuflará al señor alcalde su legendaria paranoia de desmadejar de nuevo la calle para meter tuberías, cables de internet o, seguro que se les había olvidado, implantar el carril bici.
Ni los sevillanos merecen tal grado de incompetencia ni las arcas municipales tienen porqué soportar gastos doblados, cuando con una mínima planificación se podrían evitar. ¡Y pensar que todavía queda año y medio para las elecciones municipales!
