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Percepciones y realidades

Los datos que arroja el último barómetro socioeconómico del Centro Andaluz de Prospectiva sobre las preocupaciones de los sevillanos vuelven a poner de manifiesto la distancia que separa en ocasiones a la percepción de la realidad. Por primera vez desde hace meses el desempleo es de nuevo la principal inquietud de todos aquellos que han respondido a la encuesta.

el 14 sep 2009 / 22:27 h.

Los datos que arroja el último barómetro socioeconómico del Centro Andaluz de Prospectiva sobre las preocupaciones de los sevillanos vuelven a poner de manifiesto la distancia que separa en ocasiones a la percepción de la realidad. Por primera vez desde hace meses el desempleo es de nuevo la principal inquietud de todos aquellos que han respondido a la encuesta. Por encima de la inseguridad ciudadana o las obras, problemas que hasta ahora lideraban la lista de preocupaciones. Esta es la percepción. Sin embargo, los datos sobre empleo en la ciudad desmienten en parte esa sensación. El paro sólo aumentó en Sevilla el pasado año un 2,8%, muy lejos del 6,98% de subida en todo Andalucía. Es una cifra mala, pero se localiza principalmente en los dos últimos meses del año y por tanto no tan negativa como para merecer colocar al paro tan rápidamente a la primera posición de las inquietudes ciudadanas. ¿Qué está pasando entonces para que el sevillano esté interiorizando un desánimo no avalado por los datos?. La respuesta tiene que ver directamente con la confusión en materia económica -con el paro como punta de lanza-, que están transmitiendo los políticos a la opinión pública. El gobierno socialista defiende un discurso hiperoptimista sobre la economía, pese a que numerosos indicadores y algunas entidades de renombre mundial alertan de evidentes síntomas de enfriamiento de la economía española. Enfrente, la oposición política del PP con su discurso megacatastrófista que tampoco es real, ya que el país no está en recesión económica como sí dicen los números. Y en medio de ambos el ciudadano que se mueve en la más absoluta confusión ante mensajes tan dispares. Un lamentable ejemplo. La economía es especialmente sensible a los malos discursos. Bien haría la clase política en corregir los que hoy manejan por mucha campaña electoral asomando a la vuelta de la esquina que haya. Si no rectifican a tiempo serán los primeros responsables de un pesimismo colectivo hacia la economía del que es complicado recuperarse. Los sevillanos ya empiezan a estar afectados por ese síndrome, injustificado objetivamente, pero sí atizado por mensajes ciertamente irresponsables.

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