A Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) ya lo saludan los gaditanos como si fuera un vecino más. Son muchas las ocasiones en que Cádiz aparece en sus novelas, muchas las veces que ha bajado al sur buscando documentación, muchos los amigos que conserva en la villa trimilenaria.
A ella ha regresado en su última obra, El asedio (Alfaguara), ambientada en el convulso 1812, y en la que, más que un escenario, la ciudad es el personaje protagónico. "Es un museo del siglo XVIII al aire libre", comentaba ayer el autor mientras paseaba sus calles.
"La Bahía entera es un tablero de ajedrez por el que hago moverse a mis personajes", explica. El comisario Tizón, el capitán de artillería Simón Desfosseux y el corsario Pepe Lobo, el taxidermista y espía francés Gregorio Fumagal y la empresaria Lolita Palma son algunas de las piezas que la pluma de Pérez-Reverte desliza de un escaque a otro a lo largo de 700 páginas, para recrear con minuciosidad el tiempo en que las tropas francesas tenían cercada la Bahía gaditana y el primer parlamento de la Historia de España promulgó una Constitución, la popular Pepa, que inspiraría a todas las emergentes repúblicas americanas.
Arturo Pérez-Reverte vuelve así sobre las guerras napoleónicas, que ya estaban presentes en títulos suyos como El húsar, La sombra del águila, Un día de cólera o Cabo Trafalgar. De hecho, el murciano considera El asedio -del que se han editado 300.000 ejemplares en rústica y 20.000 en tapa dura, sólo para España- como "una novela de muchos pérez-reverte, tiene cosas del género policíaco, de espionaje, de amor folletinesco, marinero, de enigma y misterio, y hasta roza lo fantástico por momentos. Es una especie de balance narrativo desde la experiencia, la lucidez y el desarrollo de tu mundo narrativo que sólo te permiten la edad y la constancia", señaló.
"Todo escritor coherente hace siempre la misma novela. Los que hacen novelas muy diferentes, o las roban o están mintiendo", agregó. "Yo escribo siempre la misma novela, soy yo el que ha cambiado, mi mirada es distinta y mi territorio narrativo se ha ido ensanchando también".
Entre los detalles que resultarán familiares a los incondicionales de Pérez-Reverte están ese lenguaje que quiere ser exuberante sin dejar de sonar natural, así como los perfiles de esas criaturas zarandeadas por la Historia "Mis personajes suelen ser héroes cansados, que han tenido fe, han creído en cosas, han sido despojados de todo y buscan una disciplina, una ética o una estética que les permita mantenerse a flote", asevera.
Con el precedente de dos obras fundacionales, el Cádiz de Benito Pérez Galdós y Un siglo llama a la puerta de Ramón Solís, Pérez-Reverte era consciente de que "no podía refreírlos, ni hacer lo mismo que hicieron ellos", así que dedicó dos años de trabajo a reconstruir "una ciudad que no era España, que era Hamburgo, Manchester; un lugar donde se leían libros, se hablaban idiomas, que no se parecía en nada al resto del país", y en la que desarrolla su ya veterana obsesión por los claroscuros del alma humana: "El ser humano es a la vez ángel y bestia. Y junto al Cádiz amable que todo el mundo conoce, el del pescaíto y los carnavales, yo quería también mostrar un lado más oscuro y complejo de una ciudad que tiene vida propia", explicó.
Lo cierto es que la aportación de Pérez-Reverte se antoja una más que notable aportación a los fastos del Bicentenario de La Pepa, que tendrán lugar en 2012. "Será una fecha importantísima por muchas razones, pero sobre todo me interesa resaltar aquella aventura política, social, humana, sin parangón en la Historia de España. Éste fue un foco de esperanza para muchos pueblos, y cualquier esfuerzo que se haga para celebrarlo, engrandecerlo y hermosearlo me parece buen invertido. Otra cosa es que luego se demostrara que el enemigo estaba dentro, y que esa defensa de España iba a cerrarnos las puertas a muchas cosas", añade.
"Conocer la España del XVIII y del XIX es muy triste. Francia al menos tuvo su guillotina, nosotros en cambio hicimos una constitución sin cambiar el país, sin descabezar un régimen que no se dejaba convencer. Esta fue, para entendernos, nuestra Revolución Francesa, pero soy muy pesimista: España perdió demasiadas oportunidades".
¿Cuál será, en fin, la próxima obra de Pérez-Reverte? El escritor sólo tiene algo claro: "Escribir El asedio ha sido un trabajo agotador, y creo que después de esto me corto la coleta. Las novelas históricas exigen mucho trabajo. Suelo decir que soy un lector que accidentalmente escribe novelas, pero de este período ya lo leí todo. Ya no hay sorpresas".
De modo que, como muchos suponen, en el próximo libro volverá a pisar terrenos conocidos: "Toca Alatriste. Si no me lleva el diablo, de aquí a un año saldrá el séptimo de la serie. Tengo lectores que sólo siguen a este personaje. Incluso aquí en Cádiz me han dicho: ‘usted déjese de mariconadas del 1812 y haga otro Alatriste, que es lo que le sale bien", apostilló.