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Picasso 1912 ('Collage' y Guitarra)

Casi sin querer, como jugando a cambiar la linealidad de lo permitido, Picasso se aventura en 1912 a incendiar con dos chispazos el curso de la razón artística, una senda que apenas un lustro antes había reventado con Las señoritas de Avignon y que pretendía redefinir con sus planteamientos...

el 14 sep 2009 / 23:19 h.

Casi sin querer, como jugando a cambiar la linealidad de lo permitido, Picasso se aventura en 1912 a incendiar con dos chispazos el curso de la razón artística, una senda que apenas un lustro antes había reventado con Las señoritas de Avignon y que pretendía redefinir con sus planteamientos transgresores. "Yo pinto las formas como las pienso, no como las veo", argumentaba con énfasis ante los que defendían el mundo visible como único sustento válido para la pintura o se echaban las manos a la cabeza cuando veían sus cuadros cubistas. Para él la realidad sensorial iba más allá de las justificaciones artificiosas de salón, era un análisis subjetivo mucho más profundo y complejo que el copiado virtuoso del natural.

Picasso es el primero que ese mismo año, en su afán por experimentar y descubrir, pega sobre una tela un trozo de hule estampado que imitaba la rejilla de una silla. Ya no pinta un asiento, no le hace falta, sino que incorpora directamente a la tela un retal que podía encontrarse -sin ir más lejos- en la casa de cualquier obrero, un añadido vulgar y corriente que negaba por su uso cotidiano cualquier atisbo de grandiosidad. Así nació el collage, renegando de las excelencias del arte y evidenciando que la vida, en su llana amplitud, tiene más recursos que las quimeras academicistas que promulgaban los pintores de plein-air.

También en esos meses Picasso crea una obra que modificara por completo el concepto tradicional de escultura tal como se entendía hasta entonces. Su desconcertante Guitarra de planos geométricos no fue ni esculpida ni tallada ni modelada. La hizo simplemente con chapa recortada y un poco de alambre. Ni siquiera tenía peana ni podía ponerse en el suelo, pero hoy es una de las piezas clave que posee el MoMA porque con ella dio un giro copernicano al entendimiento de los volúmenes, que a partir de entonces empiezan a replantearse buscando nuevas respuestas para organizar el espacio y representar la tridimensionalidad en función del vacío en vez de la materia.

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