Cofradías

Pilatos renueva su poder en la Calzada

San Benito estalla en júbilo al reencontrarse con su cofradía después de tres años de vacío.

el 15 abr 2014 / 20:17 h.

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San Benito(FOTOGALERÍA) La Calzada había perdido la costumbre de lo que era un Martes Santo de sol. Quizás por ello las provisiones de algunos bares se quedaron cortas y hay quien, como Manuel, tuvo que tirar del búcaro que portaban las hermanitas de los Pobres para refrescar sus mayores. "Me ha sabido a anís", dijo sonriente tras aliviar la sed a la puerta de la parroquia de San Benito. Hacía tres años que no se vivía una jornada de tranquilidad, sin tener que mirar al cielo y con la garantía de que a las 16.30 horas asomaría la cruz de guía a esta esquina de la antigua calle Oriente. Tres años sin el poder de Poncio Pilatos abriéndose paso entre la bulla de Luis Montoto. Tres años de vacío y sin apenas recuerdos cofrades para quienes habían nacido en 2010. Y tres años de espera para los invitados de honor de la hermandad: los jóvenes con discapacidad intelectual de la asociación Niños con Amor. Una de sus monitoras explicaba la vinculación con la cofradía antes de ver desfilar a los primeros nazarenos: "Uno de los trabajadores es costalero del Pilatos y diputado de juventud, y por ahí llegamos a San Benito, que desde entonces colaboran mucho con nosotros". Junto ellos se disponían, también sentados en sillas, los mayores de la vecina casa de las Hermanitas de los Pobres. Sor Carmen se mostraba reposaba la espera contemplando cada detalle, al tiempo que subrayaba que llevaban a orgullo el apodo de "hermanitas de San Benito" como se le conoce popularmente en la ciudad: "Somos vecinos y nos tenemos aprecio mutuo. Esto es de mucho antes de la coronación canónica de la Virgen de la Encarnación. Cada diciembre recibimos la visita de la dolorosa", detallaba mientras reconocía, no obstante, que "al margen de la religiosidad popular y el entusiasmo que despiertan los pasos en la calle", a ellas les movía "mucho más vivir el misterio de la Pasión de Cristo con las imágenes en la calle". Como buenas vecinas, las Hermanitas de los Pobres cedieron sus dependencias al cuerpo de nazarenos, que formaron allí sus tramos. Media hora de nazarenos y ya asomaba Pilatos a la puerta. El capataz, Carlos Morán, lanzó un último mensaje a sus hombres: "Esta levantá va por los que ya no están con nosotros, en especial por Manolo Ponce y José María Rodríguez Guillén". Con los cuerpos a tierra, el barrio se reencontró en la calle con este portentoso paso de misterio. Pablo, de tres años, no le quitaba ojo. Su madre le iba explicando cada personaje mientras el sol iba bañando, al fin, la canastilla dorada y Pilatos se echaba encima de la bulla con mirada interrogante. La agrupación musical de la Encarnación puso entonces los mejores acordes al servicio de Roma: "De Nazareth a Sevilla" y "Puente de San Bernardo" acompañaron al misterio en su revirá a la antigua calle Oriente, antaño puente de emociones hasta el Centro, como recordaba David a su sobrino. El exorno floral rompía con lo tradicional al incorporar una variedad de especies, como mini calas, rosas rojas o jacintos. Igualmente sorprendió el monte de claveles del Cristo de la Sangre, segundo paso que se puso en la calle con algo más de premura que el primero. El equipo de priostes indicaba que la especie de cardo que salpica la manta de claveles rojo-sangre se llamaba, anoten bien, "eryngium".Pero hay más. Uno de los manigueteros del paso iba repartiendo "rosarios para evangelizar", poniendo en práctica el credo del pregonero Francisco Berjano. Desde uno de los balcones de la casa de hermandad, Ángel Díaz escribía desde el aire de la tarde -más fresco que el Lunes- lo que todos estaban viviendo aquel momento: "Mi Cristo de la Sangre/ abraza al mundo entero", concluyó en su saeta. Hora y media después de que saliera la cruz de guía, lo hacía el palio. La sobremesa había dado paso ya a la merienda y en las casas de la Calzada se tenía ya todo preparado para acompañar a la cofradía hasta el Duque. Empezaban a vaciarse los balcones y a moverse el público. La que fuera Palomita de Triana completaba la rampa por la que pisaba la calle después de tres años de clausura por el mal tiempo. Uno de los cirios de la candelería llevaba la siguiente leyenda: "Encarnación de vida", una luz por los donantes de órganos. Sonaba Encarnación Coronada y afloraban las emociones contenidas de todos estos años. Rafael, uno de los discapacitados intelectuales de la asociación Niños con Amor, también se impregnó de esta magia y hasta hizo por levantarse de su silla de ruedas para saludar a la Virgen. "Mereció la espera", resumía una de las monitoras mientras la Virgen de la Encarnación se perdía calle abajo en una tarde de reencuentros.

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