"Usáis mucho las líneas al dibujar. Hoy las líneas están prohibidas", dijo firmemente Diego Pérez, profesor de dibujo de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Así comenzaba ayer esta clase de arte tan peculiar al aire libre compuesta por artistas y estudiantes y licenciados en Bellas Artes.
Pero no piense que eran cuatro chavales y un profesor que echan de menos las clases y se han ido a las Setas porque no tenían nada mejor que hacer. Se trata del proyecto Plein Air 11 impulsado por la Fundación Tres Culturas con el que recorrerán Andalucía Occidental (Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla). Esta es su cuarta edición que arrancó el pasado lunes y finalizará el martes próximo. Como casi todo, comenzó poco a poco.
El primer encuentro fue en Tetuán (Marruecos) en 2008 con un pequeño grupo de españoles y de árabes. En 2009 fue el turno de la ciudad portuguesa de Coimbra y así se sumó este país vecino. Lo mismo ocurrió el año pasado con la región francesa de Aix-en-Provence. Y a estas cuatro nacionalidades se han unido este año dos más: Italia y Turquía. De esta forma a cada edición se van sumando más países lo que conlleva costumbres diferentes e idiomas, algo cuanto menos enriquecedor para estos jóvenes (once españoles -la mayoría andaluces-, diez marroquíes, dos franceses, cinco italianos, siete portugueses y cinco turcos).
La idea fundamental es que los jóvenes sepan compartir las técnicas artísticas que cada uno conoce, y claro está, ya que estamos, aprender. En este proceso hay un maestro que guía a sus alumnos y en esta ocasión son cinco los profesores de relumbrón invitados, así que cada uno tenía ayer a unos ocho alumnos a los que darle las correspondiente directrices, como Diego Pérez, el profe de las líneas que tenía a su grupo disperso por la Plaza Mayor de Metropol Parasol.
Otro de los que andaba impartiendo clases era Cristóbal Schmal, un artista chileno (estudió diseño gráfico en la Universidad de Valparaíso, ahí mismo...) especializado en ilustración editorial y que suele trabajar para medios como el New York Times. Abajo, en la parte del mercado, le había dicho a su grupo que dibujara cinco escenas diferentes. "Se trata de transmitir a través de la abstracción el alma de este escenario, la vida cotidiana, captar el movimiento", explica Cristóbal. Y en ello estaba Eva Jiménez segura de que con "los colores de las frutas, el brillo del pescado y el movimiento en acción" entre otras cosas, conseguiría ser creativa, sirviéndose del carboncillo o la acuarela, por ejemplo.
En el mirador el grupo de Sadi Nali (caricaturista marroquí y profesor titular de cómic en el Instituto Nacional de Bellas Artes de Tetuán) dibujaba la panorámica de la ciudad. Sadi les pidió a sus alumnos que pintaran esa imagen para plasmar la profundidad jugando con las luces y las sombras de las once de la mañana.
Y si esta tarea es complicada de por sí porque hay mucha libertad de espacio, imagínese de pie sosteniendo el bloc de dibujo y agachándose cada dos por tres si necesitan utilizar distintos materiales. Y no estaban así por gusto, si no porque el guarda del Metropol no les permitía estar sentados. Serán normas de la casa. Aún así no fue obstáculo para estos jóvenes. Fernandino, un chico italiano de 31 años, utilizó acuarelas y se tenía que inclinar cada vez que necesitaba agua, para lo que usó el tapón de una botella. Y con pinceladas por aquí y otras por allá, enmarcaba "lo más clásico de la ciudad al fondo en la arquitectura contemporánea"; tonos anaranjados para la primera, grises para la segunda.
Eso sí, no todos los días de esta convivencia están los mismos alumnos en el mismo grupo ni con el mismo profesor, cuenta Catalina Bejarano de la Fundación Tres Culturas. Así consiguen "que se relacionen entre todos, que aprendan de cada profesor al ir rotando y también puedan hablar otros idiomas". Toda una experiencia que seguro que saben aprovechar. Hoy, estarán por Cádiz. Pintando la Caleta ¿quizás?
