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Pipirijaina de titirimundi

Si la vida es un teatro, la política es un titirimundi, aquel viejo cajón de imágenes en movimiento que se paseaba por las plazas para dar apariencia de teatro. Aunque en la política no haya muchas marionetas, en la vida sí se prodigan los titiriteros que quieren manejarlas.

el 15 sep 2009 / 02:53 h.

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Si la vida es un teatro, la política es un titirimundi, aquel viejo cajón de imágenes en movimiento que se paseaba por las plazas para dar apariencia de teatro. Aunque en la política no haya muchas marionetas, en la vida sí se prodigan los titiriteros que quieren manejarlas. La política es un riesgo aventurado en el que se juega el éxito o el fracaso, pero alrededor aparecen figurantes con ambición de éxito que intentan mover los cables de marionetas para crear un espectáculo a su gusto, sin correr el riesgo que entraña el auténtico escenario de la vida.

En el foro madrileño se prodigan estos personajes que, sin ser sometidos a procesos electorales ni a más santificaciones que su propia ambición, intentan ahora manejar el titirimundi para ofrecer su propio espectáculo, moviendo a los personajes como si éstos fueran en busca de autor.

Algunos escriben dardos profundos en forma de homilías dominicales, otros lanzan sermones con ondas desde la trinchera de su montaña, y otros, más cercanos, se apoyan en encuestas perogrulleras para cantar perogrulladas en las que se narran los resultados electorales con ínfulas de predicciones.

En Génova se afilan cuchillos para cortar cabelleras rubias, rizos engominados y barbas sin remojar. Aprovechando el mismo filo, habría que acertar a cortar los cables que manejan los titiriteros aficionados a mover marionetas que no lo son. La renovación de dentro empieza por dejar fuera a la pipirijaina de titirimundis.

Consultor de comunicación

isidro@cuberos.com

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