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Piropos: La conquista de Sevilla

Durante todo el fin de semana sigue abierto el ‘piropódromo’ de la calle San Fernando para que los sevillanos demuestren, a cambio de un sándwich, lo bien que se les da ese arte. Por ahora van ganando los trianeros.

el 29 may 2010 / 07:45 h.

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Los trianeros están arrasando en esa especie de Gran Concurso del Piropo que se está celebrando junto al Prado y al que puede apuntarse todo el que quiera. En principio iba a ser un ratito, una cosita corta organizada por una empresa de restauración que se llama Rodilla, pero el fenómeno se ha puesto de un popular que tira de espaldas y han decidido prorrogar la experiencia hasta el domingo.

Macarenos, rochelambertianos, cerrícolas, poligoneros, centrífugos y centrípetos y de cualesquiera otros parajes y parroquias hispalenses: acudan todos a esta convocatoria para demostrar, con sus ripios felices, sus comparaciones inimaginables y sus verbos en condicional, que todos los rincones de Sevilla tienen la misma destreza en el manejo de este instrumento, en esta mezcla de gracia y deseo, en el arte de enhumorarse.

La empresa convocante publicó ayer, al hilo de este asunto, el resultado de una encuesta en plan dossier piropo muy completo sobre las preferencias de los sevillanos de uno u otro sexo en lo tocante a los requiebros. Según ese informe, los piropos recibidos que mejor recuerdo han dejado a la gente de aquí, tanto hombres como mujeres, así como los que les gustaría decir si tuviesen la suficiente cara para eso, han sido (entre otros) los siguientes:¡Eso es un cuerpo y no el de la Guardia Civil!, ideal para quienes gusten de dormir solos por las noches tras expresar sus inquietudes poéticas al prójimo.

¡A mí me lo ha dicho el cura: que la cara de la Virgen ha sido copia tuya!, muy apropiado para flirtear con damiselas que vivan en calles terrizas.¡Niña, estás más apretadita que los tornillos de un submarino!, que es lo que siempre le habría gustado decir a Quevedo, en vez de todos esos sonetos que no descifraría ni Dan Brown. Esto sí que es sutileza, poesía y sentimiento hondo.

Morena, no te engaño: tengo mortadela ‘pa' to el año, frase en la que se condensan cinco mil años de desvelos humanos por alcanzar la definición del amor y perpetuar la belleza de la rosa.Eso sí que son carnes y no la que echa mi madre en el cocido, comparación desafortunada por contener dos elementos que hacen poco atractivo a quien la pronuncia: la alusión a las tendencias antropofágicas, habiendo otros momentos para hacerlo, y la mención de la propia madre a la primera ocasión. ¡Quién fuese bizco para verte dos veces! Ya puestos, mosca.

¡Dame el número de tu madre que voy a felicitarla por haber parido a un buenorro como tú! Lo suyo sería no dárselo.¿Te estudio o te trabajo? Te cateo, te cateo.¡No sabía yo que las flores andasen! Todavía, que anduviesen tendría un pase. Se ve cada cosa.
Llama a la Guardia Civil que aquí hay un cuerpo del delito. Segunda mención a la Benemérita; será por lo de las parejas.

Hay más, pero son otras variaciones de recetas de guisos y más por el estilo. El informe de Rodilla sostiene que a los sevillanos les "sigue gustando soltar piropos, si bien no es considerado un arte típicamente español. Ante un piropo saleroso, un 45% lo recibe con una sonrisa, aunque les da corte, y un 23% afirma que le encanta porque le sube la moral.

El 11% le echa morro y contesta con otro piropazo". Ganan los hombres, dice la encuesta, en términos de cantidad."Por barrios, Triana, con un 36%, se sitúa en la primera posición como el barrio sevillano en el que más gusta piropear. Le sigue Santa Justa con un 11% y Macarena y Los Remedios se alzan con un 7% y 6%, respectivamente. El quinto lugar lo ocupa Heliópolis con un 5%", y luego Puerta Osario y El Cerro.

DE UTILIDAD

Qué: Piropódromo Rodilla.Dónde: En la confluencia de la calle San Fernando con la Glorieta de Juan de Austria.Cuándo: Hasta el domingo.
Cómo: Todos los sevillanos pueden acercarse y dejar constancia de su piropo preferido, una aportación que será recompensada con un sándwich gratis. También pueden quedarse por allí para pasar un buen rato oyendo las ocurrencias del vecindario. Una iniciativa única. 

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