Cultura

Pitingo puso a los lebrijanos a cavilar con un gran recital

el 25 jul 2010 / 20:00 h.

El popular Pitingo, tan dado a las heterodoxias, mostró su lado más flamenco en la Caracolá del sábado.

Los que organizan La Caracolá se encuentran cada año con un problema: la gran cantidad de intérpretes del flamenco que tiene este pueblo. Si no incluyes a ninguno, malo; si los metes a todos, peor; y si les das vidilla a unos sí y a otros no, la guerra. Este año el desembarco de artistas locales en el festival ha sido tan grande que la noche del sábado, cuando a las cuatro de la mañana salíamos de la Plaza del Hospitalillo con más sueño que un perrito chico, estábamos borrachos de compás. Sólo Pitingo puso la nota diferente acordándose de Caracol, Antonio el de la Carzá y Tomás Pavón.

En la primera parte nos obsequiaron con dos espectáculos un tanto largos, sobre todo el primero, Tres voces, las de Luis el Chimenea, Anabel Valencia y Fernanda Carrasco. Son algunos de los nuevos valores del cante lebrijano. Notamos cierta tensión en el espectáculo, algo de rivalidad entre las jóvenes Fernanda Carrasco y Anabel Valencia, lo que nos aportó un duelo entre ambas, primero por seguiriyas y luego por bulerías. ¡Qué fuerza tienen las dos! Igual que Luis el Chimenea, que arrancó algunos aplausos en solares y bulerías. Es el arte lo que nos importa, y las dos muchachas lo tienen.

Sólo el tiempo dirá sin son capaces de llegar a ser figuras, como lo son Concha Vargas, Pedro Peña, Dieguito el de la Margara, Pedro María Peña e Inés Bacán. Son la parte fundamental del espectáculo Primos y Hermanos, de Tere Peña, que podremos ver también en la Bienal.

Después de la pujanza y la inexperiencia de los jóvenes, era la hora del temple, de la maestría, de la experiencia. Nos encantó escuchar cantar al guitarrista Pedro Peña, que canta lo mismo de bien que toca. Tiene ya la voz de los gitanos viejos y un compás y un temple que nos emocionó cuando cantó su emblemática bulería al golpe, Amigo, ya no hay amigo.

El hijo de Bernardo Peña y María Fernández, la Perrata, cautivó a todos con su verdad flamenca, la misma que demostró Inés Bacán, que más que cantar, lo que hace es rezar a compás en el altar del sentimiento. Tiene la voz como nunca y no se puede cantar lo jondo de verdad con más alma y profundidad. Lo mismo que no se puede bailar con más arte y con más gracia de lo que lo hace Dieguito el de la Margara, el Maradona del baile gitano. ¡Qué manera de marcar, de colocar los brazos y de rematar las vueltesitas por bulerías!

Concha Vargas es de otro estilo, un volcán gitano de Lebrija, una de las hijas de Quintín, que en gloria esté. Cuando baila pone tantas caras distintas, que a veces cuesta reconocerla. Su hija, Carmen la de Quintín, es también una artista con serias posibilidades. Al final del espectáculo, como ocurrió en el anterior, el público, que llenó la Plaza del Hospitalillo, se puso de pie en reconocimiento a lo que hicieron todos los artistas sobre las tablas, los ya nombrados y otros que, como Fernanda Funi, Antonio el Pelao y Vicente Romaní, derrocharon arte.

Sin tiempo apenas para estirar las piernas, se presentó en el escenario el célebre Pitingo, esperado con impaciencia por algunos, y con cierto recelo por otros. Acompañado muy bien por el gran guitarrista Juan Carmona, con los pelos a modo de cresta y toallas por todo el escenario para secarse el sudor, Pintingo fue dispuesto a conquistar Lebrija y salió vencedor. Hasta nosotros teníamos serias dudas de que fuera a ocurrir eso, y no es porque no conozcamos las cualidades de este cantaor menudillo y simpático, que es capaz de contar un chiste entre una malagueña de El Mellizo y unas tonás de Tomás Pavón, sin que lo abucheen.

Los que dicen que Pitingo no sabe cantar están para visitar al otorrinolaringólogo. Cantó bien por malagueñas, por soleá, por fandangos y por bulerías, siempre a su estilo, cogiendo una cosa de aquí y otro de allá, emulando a Arcángel en los fandangos de Huelva y a otros de sus coetáneos en otros estilos, pero todo a lo Pitingo.

La Caracolá 2010 ha pasado ya. La siguiente, la que hará cuarenta y seis ediciones, estará dedicada al gran cantaor lebrijano Curro Malena, al que una dura enfermedad lo tiene apartado del escenario. Les adelantamos que será nombrado Hijo Predilecto por el Ayuntamiento.

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