Pues a tres puntos del Betis se ha colocado el Sevilla FC, que tiene tanta importancia por ser el eterno rival como por ser el dueño provisional de la primera plaza real en Europa, que luego los tribunales decidiran sobre la octava donde descansa el equipo de Emery. Fue salir el Espanyol de verde, que es su tercera equipación, y recibir tres goles en un santiamén, tan atontolinado bajo el calor de la tarde sevillana como por la disuasión de saberse con la temporada finiquitada, aplatanamiento humanamente comprensible después del sufrimiento superado de la mano de Javier Aguirre. Fue una tarde plácida y feliz, casi como en aquel derbi de la primera vuelta, casi como en el de la primera parte del de la segunda, en Heliópolis. Aprovechó Coke para seguir ganando enteros y Perotti para continuar creciendo hacia ese jugador que fue y que sigue siendo, como Negredo, que aporta récords de goles frente a las críticas que sin duda no le corresponden. Fue un trámite en las vísperas del partido de la verdad, que será en La Rosaleda, donde espera un equipo que no vestirá de verde por mucho que esté Joaquín, excelso ahora como en sus mejores tiempos en Villamarín. Será entonces cuando se debe ver y medir al Sevilla, en el intento necesario por poner un punto de inflexion que luego deberá rubricar en el Pizjuán, su feudo talismán, ante el equipo que mejor ha jugado esta temporada después del campeón FC Barcelona: la Real Sociedad. Tampoco tendrá nada que ver con ese Espanyol vestido de verde.