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Plaga de erratas junto al río

El inmenso azulejo repleto de faltas de ortografía recién estrenado a la orilla del Guadalquivir será arreglado de inmediato, según el Ayuntamiento, sin coste añadido para los sevillanos.

el 16 ene 2014 / 21:29 h.

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azulejo_muelle007 El mamarracho cerámico ejecutado en el pavimento del Muelle de Nueva York en loor del muy navegable río Guadalquivir, derroche de creatividad que costó 51.000 euros y está plagado de faltas de ortografía, va a ser arreglado de inmediato (hasta donde tal cosa sea posible) sin coste añadido para la población. Dicho por el Ayuntamiento, que es, con la Junta de Andalucía, responsable del Plan de Turismo de Sevilla de cuyo presupuesto salieron los dineros para la obra, inaugurada en navidades. El busilis del asunto es, básicamente, el siguiente: aquello es una cosa enorme y alegre de colorines, extendida por el suelo junto a las pérgolas del paseo, que no se sabe si es una evocación del curso del Guadalquivir o es que se ha precipitado desde lo alto la furgoneta de Sevillana de Pinturas. Pero más allá de las cuestiones de interpretación y de gusto, siempre relativas, están los errores gramaticales. Como decía ayer el historiador y articulista Antonio Zoido, con quien se comentaba la noticia: “Yo pensaba antes de verlo que iba a ser una porquería. Reconozco que era un prejuicio. Pero llevaba razón”. dos-hernanasDescripción del fenómeno: esta especie de gran plano del Guadalquivir desde Córdoba hasta su desembocadura está salpicado de nombres de ríos y poblaciones. Han escrito bien los que se sabían: Sevilla, El Rocío, Matalascañas, Chipiona, Sanlúcar de Barrameda... Luego, está el genocidio de las tildes: Benacazon (que dan ganas de pronunciar a la inglesa, Benaqueison); un presunto río Guadaimar; la mayoría de los pueblos del río a los que han eliminado este acento (La Puebla, Coria, Palomares, Villaverde, Palma...), el río Bembezar... en fin, varios casos más. Y por último, las dos perlas de la obra: Dos Hernanas (que suena a dos hermanas muy chiquititas) y –redoble de tambor–: Pílas. Con tilde. Será que vieron los nombres de los pueblos de los alrededores (Aznalcázar, Huévar) y dijeron: Pílas, que eso debe de ser un rasgo distintivo de este rincón de la comarca. No bien se pasa Benaqueison, repara uno en la cuenta del derroche de colorido. Les ha faltado colocar por allí cerca un panel explicativo sobre las tonalidades. Azul: marismas; caqui: monte bajo; amarillo: pastizales chicharreros; negro: cementerios de coches; rojo: VPO sin terminar, o lo que cada cosa signifique. “Ya no es que lo arreglen o no lo arreglen”, se dolía ayer Antonio Zoido. “Es que el problema de esta corporación es que seguramente son buena gente, no lo voy a discutir, pero no tienen ni idea, no dan más de sí. El Ayuntamiento hace unos proyectos malísimos.” Y pone como ejemplo de esta pena el que no hayan aprovechado el lugar, teniendo a cuatro años vista la conmemoración de la vuelta al mundo de Sebastián Elcano, para honrar esa gesta a base de bien. En el caso del azulejo multicolor, no es que afee el lugar; de hecho, le imprime alegría, y encima es un excelente destino para las excursiones escolares, con esos maestros pidiéndoles a los chiquillos que señalen las faltas de ortografía. Estéticamente, no hay más peros, por muy mamarracho que sea en el sentido más académico del término. Y no los hay porque está enmarcado en un lugar precioso y apacible. Está justo delante de una de las fuentes con pinta de oxidadas que decoran este muelle y le dan frescor y rumor a las pérgolas, aún sin sombras crecidas. Está más cerca del puente de San Telmo que del de Los Remedios. Por allí, pese al amortiguado trasiego de tráfico de detrás, pían los gorriones y el paseante, sentado en uno de los cómodos bancos bajo el emparrado, observa cómo el río (con su tilde y todo) devuelve los reflejos oscuros de la arboleda de la orilla contraria, dibujando en el agua un paisaje inglés. Arbolillos nuevos se asoman a la baranda desde sus alcorques. “Yo no digo que sea una barrabasada”, dice Zoido. “pero es que todo lo hacen igual. Está ahí ese azulejo de Triana gigantesco, de no sé cuántos metros, que hicieron en Valencia y que iban a poner en la calle Betis. Bueno, pues como les negaron el permiso las autoridades del patrimonio, ahora dicen que se lo quieren llevar al Puente del Patrocinio. No sé. Como lo pongan en el suelo, los coches van a resbalar, ¡chiuu!, y van a salir volando. O lo del Museo de Cerámica de Triana, que ahora dicen que lo van a inaugurar por fin, pero eso mismo dijeron antes: que iba a ser en primavera; luego, que en verano; luego, que en otoño; luego, que en invierno pero antes de Navidad; y ahora, que después. Y está terminado tras una obra muy buena, listo para entrar”. A lo peor es que han puesto cerámica sin tilde, y lo tienen que cambiar.

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