Por Dolores Guerrero Obra: Pequeños crímenes conyugales Lugar: Teatro el Duque del 24 al 26 de mayo Compañía: Manuel Monteagudo Autor: Eric Emmanuel Schmitt Dirección: Manuel Monteagudo Intérpretes: Amparo Marín y Javier Centeno Calificación: Tres estrellas
Quizás por el penoso declive económico y moral que nos ha tocado padecer, o tal vez porque el teatro contemporáneo llegó a tocar un peligroso techo conceptualista que tuvo como consecuencia la pérdida de un importante número de espectadores, últimamente estamos asistiendo a un resurgir del teatro de texto, es decir, una forma teatral en la que la historia se erige en protagonista y determina, por lo general, una puesta en escena naturalista que necesita de actores de peso. Esta obra es un claro ejemplo.
El texto, escrito por el escritor francés Eric Emmanuel Schmitt, se estructura como un perfecto entramado que da lugar a una dramaturgia fluida y cercana. No en vano la historia gira en torno a una cuestión que nos afecta a todos: las relaciones de pareja estable, con toda su carga de incomunicación, celos, dependencias insanas, rutina Así, podría decirse que esta obra despierta con facilidad los mecanismos de proyección e identificación y, en ese sentido, no parece que arriesgue demasiado. Sin embargo el autor tiene el acierto de imprimir a la trama una origina e interesante carga de suspense y violencia que lleva en volandas la atención del espectador.
Claro que, para que eso se cumpla el montaje necesita de dos intérpretes magistrales, capaces de marcar la intensidad de los silencios y la agresividad de la pasión frustrada y contenida que el texto propone. En ese sentido cabe destacar el acierto de Manuel Monteagudo al elegir a Javier Centeno y Amparo Marín, un genial tándem que derrocha maestría y dominio de las tablas al servicio de una puesta en escena que, aunque sometida a un modesta producción, imprime un ritmo vertiginoso y consigue, gracias a una magnífica dirección de actores, que la obra despliegue todo el poder de seducción del teatro.
