Que la homofobia sigue siendo una lacra presente en la sociedad no es una novedad: la noticia sería su desaparición, algo alejado de la realidad. Se trata de un fantasma omnipresente que continuará deambulando mientras ser gay o lesbiana suponga una traba para ser feliz.
Frases como "tienen lo que se merecen porque están locos" o "son todos unos enfermos", entre otras muchas lindezas, son habituales aún en múltiples conversaciones cuando sale el tema de la homosexualidad. Precisamente, el 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud suprimió esta tendencia sexual de la lista de enfermedades mentales, motivo por el que hoy se celebra en más de 40 países el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.
Con el objetivo de dar a conocer públicamente su deseo de combatir las situaciones de discriminación y violencia homófoba, varias asociaciones, como ATA o DeFrente LGTB, se concentraron en la tarde de ayer frente al Ayuntamiento para leer un manifiesto. Bajo el lema Por el reconocimiento internacional de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, el escrito comenzaba analizando los avances conseguidos en los últimos años, tales como el protagonismo del colectivo en los medios de comunicación o la modificación de las leyes para reconocer el derecho de la unión civil de parejas del mismo sexo. Sin embargo, invitaba a interpretar esos avances como meros espejismos por la existencia de leyes en en numerosos estados que persiguen todavía la homosexualidad como un delito.
El sector del colectivo menos aceptado es el de transexuales, hasta el punto de que, en las listas de las principales clasificaciones diagnósticas internacionales de enfermedades, aparece la transexualidad como un trastorno o enfermedad.
Especialmente traumática es la experiencia de los jóvenes gays y lesbianas, según estas asociaciones, "obligados a vivir su adolescencia marcados por la homofobia de su entorno, en ocasiones de la propia familia, lo que repercute negativamente en su posterior desarrollo y estabilidad emocional".
Los expertos apuntan que, si se cumpliera adecuadamente el nuevo mandato de la Ley de Educación que insta a abordar la homosexualidad en los colegios, crecería una tolerancia que se antoja más que necesaria entre los jóvenes, fomentando así la completa integración, aún inexistente, de los niños y niñas homosexuales.
El comunicado concluye calificando la homofobia y la transfobia como "lacras que atentan contra la convivencia, el respeto a la diferencia, la diversidad y contra los Derechos Humanos, y que no deberían tener cabida en nuestra sociedad". Toda una declaración de intenciones para no sólo este 17 de mayo.
