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"Por favor, dejad que mi papito salga"

el 27 ago 2012 / 19:54 h.

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El guitarrista y vihuelista australiano John Griffiths, en una imagen en el Festival de 2010, regresará esta edición.
"Por favor, dejad que mi papito salga". José Bretón escribía días atrás desde la cárcel una carta, publicada en el diario Córdoba, en la que se hacía pasar por su hija Ruth, de seis años. Estremecedor. Este hombre frío, calculador y con una inteligencia por encima de la media, según los informes psiquiátricos, ha sido capaz de mantener su versión de los hechos sin desmoronarse a pesar de que el juez tenía claro desde el principio que era el único sospechoso.

El padre de Ruth y José ingresó en el Centro Penitenciario de Alcolea (Córdoba) el 21 de octubre de 2011, donde permanece procesado hasta la fecha por la presunta comisión de los delitos de detención ilegal y simulación de delito, y con la activación del protocolo de prevención de suicidios. Se intentó autolesionar con una cuchilla en el antebrazo. Cuenta con el acompañamiento continuo de un preso, que vigila y se turna con otros. Tiene acceso a la prensa y cada mañana devoraba las noticias sobre la desaparición de sus hijos. Llegó a escribir tres misivas desde la cárcel a varios periódicos. La personalidad de Bretón está marcada por "rasgos excesivos de manipulación", según algunas de las conclusiones de los informes psicológicos y psiquiátricos, pedidos por el juez del caso, José Luis Rodríguez Lainz.

Estos informes médicos tienen tres conclusiones. El padre de Ruth y José "no tiene ningún tipo de trastorno mental", sino que "es una mente plenamente clara". Además "los acusados rasgos de personalidad no repercuten en la capacidad de entendimiento y voluntad en relación a los hechos por los que está imputado", y "no existen causas que justifiquen acepción temporal del nivel de conciencia o de la memoria en relación con los hechos investigados". Bretón obtiene un coeficiente intelectual (CI) del "121% de inteligencia superior", de manera que su inteligencia es "bastante más elevada de la media normal", que se sitúa entre el 80 y 90%. Se descartaron rasgos patológicos, como la esquizofrenia o la bipolaridad.

Así es este hombre, ex militar, que conoció la guerra de Bosnia. Amable, buen padre, según los testimonios cercanos. Su exmujer siempre ha sospechado que mató a sus hijos en venganza porque ella le anunció, el 15 de septiembre de hace un año, que quería separarse. Ruth Ortiz es veterinaria. Ambos son de familias de clase media. Desde el primer momento, la madre le facilitó al progenitor un régimen de visitas de fines de semanas alternos. Bretón se trasladó desde Huelva a vivir a Córdoba, donde estaban sus padres y hermanos.

Parecía "obsesionado", según relata en el auto el juez, tras la ruptura de su vida familiar. Dejó entrever que estaba dispuesto a hacerle un "daño grave" a su esposa. Convirtió una finca familiar en la urbanización cordobesa de Las Quemadillas en su refugio. Allí, según los vecinos, pasaría horas antes de que los niños desaparecieran. Días antes de que denunciara la pérdida de Ruth y José en el parque Cruz Conde de Córdoba, llevó a cabo un extraño experimento. Dejó a sus sobrinos solos en un parque y se escondió para comprobar qué ocurriría.

El 7 de octubre la madre le pidió que cambiaran el turno ya que Bretón tenía la boda de un amigo y el bautizo de un sobrino. Él se negó. Se llevó a los niños pero antes redactó una extensa carta de arrepentimiento a su esposa, donde escribe que ha estado loco de celos. Le compró flores. Ella lo ignoró. El sábado, en Córdoba, comunicó a su familia que había quedado con unos amigos en la Ciudad de los Niños. Empezaron sus idas y venidas al campo familiar. Primero, solo. Después, con los niños. Ahí se pierde el rastro. A las 18.41 del 8 de octubre llamó a emergencias: "He perdido a mis hijos". No se mostró angustiado sino distante. La Policía cree que esos niños jamás llegaron al parque.

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