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¿Por qué ‘afganizar’ Afganistán?

Los expertos creen que hay que acercar la misión que los aliados llevan a cabo en el país asiático a los ciudadanos para justificarla.

el 17 oct 2009 / 20:42 h.

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En Afganistán hay una guerra. Y esa guerra -que acaba de cumplir ocho años pero que parece interminable- ya le ha costado a España la vida de 88 de sus militares. En todas las guerras muere gente, el problema es que la opinión pública española no tiene claro qué tiene que ver España con Afganistán ni por qué las tropas españolas están allí.

El 7 de octubre de 2001 a las 17.00 horas comenzaron los bombardeos de EEUU contra los talibanes en el marco de la operación Libertad Duradera. La ONU y la comunidad internacional estuvieron de acuerdo en que había que devolver Afganistán a los afganos, había que reafganizar el país, entonces en manos de un movimiento talibán que había ocultado a Osama bin Laden después de que 3.000 personas quedasen enterradas bajo el 11 de septiembre.

Hoy, tras la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, tras el repunte de la violencia en unas elecciones fraudulentas, los países con presencia militar en el país asiático se replantean su papel. EEUU, líder de la misión, busca una nueva estrategia mientras en España resurge el debate sobre si quedarse o volver a casa. Los últimos ataques a convoyes españoles y la muerte por la explosión de una mina contra carro del cabo Cristo Ancor Cabello han alimentado la polémica.

Así las cosas, los expertos, el Ministerio de Defensa y el propio Ejército español coinciden en que no se puede salir de allí sin haber dado a los afganos los recursos y el entrenamiento para garantizar su propia seguridad. Pero al mismo tiempo el Gobierno se resiste a hablar de guerra y los ciudadanos se preguntan por qué Irak no y Afganistán sí, pese al trágico goteo de bajas.

Ana Ballesteros, investigadora del Observatorio Electoral del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos, de visita en Sevilla invitada por la Fundación Tres Culturas , confirma que "hacen falta más soldados"; pero también dice que es imprescindible acercar Afganistán a la gente. "Primero que entiendan por qué ese país que está tan lejos nos afecta y nos importa. Hay que decirles que los que están allí quieren estar allí, les gusta estar allí".

Esta afirmación contesta al lamento de la madre del último militar muerto en la misión, que se quejaba de que "le dijeron que iba a una misión humanitaria y le mandaron a una guerra". Como otros muchos expertos, Ballesteros cree que "la obligación es del Gobierno". "Que sea el presidente, o la señora Chacón, quienes expliquen muy claramente qué es lo que está pasando", añade.

Y en cuanto a la dificultad del Ejecutivo para justificar el aumento del contingente tras el repliegue de Irak, Ballesteros alega que "son ellos mismos los que están fabricando el problema". Porque Irak y Afganistán no son lo mismo. En Irak no había armas de destrucción masiva, Al Qaeda no estaba allí, no hubo provocación, respaldo de atentados y, lo más importante, no había ninguna resolución de la ONU legitimando la intervención. "Fue una bravuconada", opina Ballesteros.

En Afganistán, sin embargo, hubo una resolución de Naciones Unidas, el propio Gobierno afgano vio con buenos ojos la intervención internacional y había un elemento civil que pedía la construcción -que no reconstrucción, "porque no había nada", dice Ballesteros- del país.

Pero la situación ha cambiado. Aunque se ven claros avances en sanidad, educación y en cuanto a la posición de la mujer, la seguridad se está deteriorando más y más.

Ana Ballesteros ve un culpable claro: "El trío [Donald] Rumsfeld, [Dick] Cheney y [George W.] Bush ha sido un desastre". "Cuando había optimismo y cuando había esperanza es cuando teníamos que haber hecho cosas y no se hicieron bien porque nos metimos en Irak", sostiene. Ahora la población afgana, que ni siquiera distingue entre soldados americanos, españoles e italianos, sólo sabe que donde hay tropas existe más posibilidad de que haya sangre, que sigue viviendo en la pobreza y que desde la invasión se han cumplido más años que promesas.

En este tiempo también las zonas en las que opera España -en especial en Qala-i-Naw, donde lidera un equipo de reconstrucción provincial- las cosas se están poniendo feas y hace falta, alega el Gobierno, más presencia militar para garantizar la seguridad.

Por todo eso las tropas españolas siguen por ahora en la misión, avalada por el Parlamento. Porque hay zonas que se han librado de la guerra tras 30 años y porque -diceBallesteros-, ésta es "una guerra de todos".

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