En 2003, la Comisión Europea encargó una encuesta con resultado incómodo: Israel y EEUU fueron señalados como los países más peligrosos del mundo para la Europa de los 15. La asustada Comisión juró no volver a preguntarlo.
En 2005, algunos países de la Unión Europea decidieron hacer gala de talante democrático y preguntaron a su pueblo si aceptaban el tratado conocido como Constitución Europea. En Francia y Holanda triunfó el no. ¿A quién se le iba a ocurrir preguntar de nuevo?
Pues ocurrió. En 2008, Irlanda ha dicho no a cosa parecida, mientras que el resto de los gobiernos ya habían decidido no preguntar, por si las moscas.
Tal vez sea porque los irlandeses se han asustado con una Europa que apuesta por encarcelar preventivamente durante más tiempo, por ampliar la jornada laboral hasta extremos que no constan en los libros de historia, por las expulsiones masivas de hermanos hambrientos...
Tal vez han leído que en España los transportistas no podían pedir a su gobierno lo que Europa prohíbe. O tal vez no...
Será asombroso observar que un gobierno europeo vuelve a preguntar a su gente, no vaya a ser que responda cosa diferente a lo que debe.
