El 26 de marzo de 2008, Joaquín Luque tomaba posesión como rector de la Universidad de Sevilla. Ese mismo día, ante la atenta mirada de su familia, tomó la decisión -que no ha compartido hasta hace pocos meses con nadie- de que no habría una segunda vez. Y ha cumplido con la palabra que se dio a si mismo. Luque ha convocado elecciones para el próximo 23 de febrero y deja paso a que "nuevas personas" piloten una de las universidades más importantes de España. El primero, y más que probable único candidato, en dar el paso ha sido el vicerrector de Infraestructuras, Antonio Ramírez de Arellano. La noticia sorprendió a toda la comunidad universitaria, que daba por hecho que el rector optaría a una reelección, pero ha sido digerida en el más absoluto de los silencios.
Los activos foros internos de los que dispone la Universidad no recogían ayer comentarios en relación a la despedida de Luque ni sobre la candidatura de Ramírez de Arellano. Los universitarios tienen la mirada puesta en el mes de marzo, cuando Andalucía celebra elecciones, y en los recortes de Rajoy.
Pero este silencio es muy elocuente. Luque se despide después de haber conseguido una paz interna en la no pocas veces jaula de grillos que es la Hispalense, y con una única arma: demostrarles a todos los centros, dispersos por toda la ciudad y cada uno con sus fobias y filias, que eran escuchados, atendidos y valorados por igual. Ni centros amigos ni centros enemigos, política promovida en mandatos anteriores. Esto ha tenido una traslación al Parlamento universitario donde, por ejemplo, todos los proyectos normativos que se han presentado han contado con un respaldo superior al 80%.
Luque se ha ganado el respeto de la amplísima mayoría de la Universidad a base de muchas horas de trabajo en el despacho, por donde han desfilado cientos de personas en estos últimos cuatro años. Y es que este ingeniero de carrera aplica a rajatabla una máxima: predicar con el ejemplo. No podía pedir a los universitarios (profesores, administrativos y estudiantes) un esfuerzo titánico en la aplicación exprés (y sin un euro extra) del Espacio Europeo de Educación Superior (Plan Bolonia) y hacer mutis por el foro. De hecho, el rector sitúa la adaptación a Bolonia en el informe de gestión que presentará al Claustro en breve, y que ha podido consultar este periódico, como segundo logro más importante de su mandato. "No solo hemos cumplido en tiempo y forma nuestros compromisos, sino que se ha aprovechado esta oportunidad para experimentar un notable crecimiento cualitativo y cuantitativo".
una acreditación, una plaza.
Pero si hay algo de que lo que está especialmente orgulloso Luque es de su política de promoción del profesorado, que "sigue considerándose prioritaria aún en tiempos de crisis económica, tanto por el periodo excesivamente largo de falta de expectativas reales del que partíamos como por el convencimiento de que es un incentivo que contribuye a la excelencia docente e investigadora del profesorado", reseña en el citado informe. Mientras en otros campus españoles los profesores con la acreditación en sus manos de catedrático siguen esperando a que sus universidades creen las plazas, la Universidad de Sevilla ha dotado cada acreditación obtenida. Eso ha supuesto, sólo en el curso pasado, el nombramiento de 40 catedráticos, 65 profesores titulares y 38 plazas de contratado doctor. Y todo esto ha supuesto un desembolso que la Hispalense ha asumido sin hacer un descosido en sus presupuestos. El rector saliente asegura que las cuentas están "equilibradas". La política de promoción ha tenido, por último aunque no menos importante, un reflejo en materia de igualdad. En el mandato de Joaquín el porcentaje de mujeres catedráticas ha pasado del 12 al 18%, por encima de la media nacional, fijada en el 15%, según el libro blanco que recoge la situación de las mujeres en la ciencia en España.
Pero todo el reconocimiento interno con el que Luque deja el puente de mandos de la Fábrica de Tabacos no ha tenido una traslación en el exterior. La biblioteca del Prado se le ha atragantado. Desde el primer momento, y ya como rector (antes fue el vicerrector de Infraestructuras que diseñó el concurso de ideas por el que se adjudicó el proyecto a Zaha Hadid), optó en este envenenado asunto por el silencio. Dentro, y por supuesto fuera de la casa, son muchos los que cuestionan esta política, que ha convertido al rector, y a la institución, en un saco de boxeo sobre el que unos y otros fogueaban sus iras. El silencio se mantendrá: en el informe de gestión se destaca la apuesta en estos cuatros años por las infraestructuras. En un anexo específico sobre este tema, la única mención a la biblioteca del Prado es: "paralizada judicialmente. PGOU anulado".
Su mayor éxito mediático fue la consecución (después de un primer intento fallido del que aprendió a no vender la piel del oso antes de cazarlo) del campus de excelencia internacional Andalucía Tech, proyecto en el que Sevilla se hermanó con la hasta entonces eterna rival, Málaga. Quién fue el impulsor del proyecto tampoco se sabrá. Por lo menos de boca de Luque, hombre discreto y de pocas florituras.
Pero el todavía capitán de la Hispalense es ante todo un convencido humanista. Estudió Filosofía por placer, el mismo que le causa la lectura y la música clásica. Esto sin duda ha sido determinante para que la Universidad haya conseguido tener un papel más que destacado dentro del ambiente cultural de la ciudad. El Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS) es una buena muestra. Se han atrevido incluso a poner en marcha una orquesta con los tiempos que corren... "No han sido años fáciles; sin embargo, el abanico de logros se aproxima, casi roza, el pleno cumplimiento de los compromisos que asumimos", asegura.