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Por un trabajo y, también, por un sindicalismo decente

Hay que felicitar a UGT y CCOO y, en especial, a sus secretarios generales en Andalucía, Manuel Pastrana y Francisco Carbonero, respectivamente, por el éxito cosechado con la Jornada Mundial por el Trabajo Decente del pasado martes.

el 15 sep 2009 / 16:36 h.

Hay que felicitar a UGT y CCOO y, en especial, a sus secretarios generales en Andalucía, Manuel Pastrana y Francisco Carbonero, respectivamente, por el éxito cosechado con la Jornada Mundial por el Trabajo Decente del pasado martes. El protagonismo alcanzado por el sindicalismo andaluz ha sido notable, muy por encima de lo registrado en otras comunidades en donde esta iniciativa no ha tenido, ni por asomo, la trascendencia ni la repercusión que se ha producido aquí. Ambas organizaciones, fundamentalmente, se echaron a cuestas el peso de una convocatoria a la que tuvieron el acierto de incorporar no sólo a dirigentes y afiliados, sino, también, a los distintos estamentos de nuestra sociedad: desde profesionales, pasando por artistas, escritores y, por supuesto, mandatarios de todo signo político, incluidos los de la derecha. Prácticamente, consiguieron que, desde Andalucía surgiera una sola voz demandando, tanto a empresarios como a las administraciones públicas, un empleo estable y de calidad y contra la jornada de las 65 horas semanales, que vía Europa, nos quieren colar.

Una línea a seguir. Será cuestión de analizar pormenorizadamente lo conseguido ya que no hay que echar en saco roto esta experiencia de cara a los próximos retos que tiene ante sí el mundo del Trabajo. Una muestra de protesta tan serena pero, al mismo tiempo, tan cargada de razón y tan bien explicada, debe abrir el camino a futuras actuaciones. Los sindicatos han contado con una clara complicidad social que, de ningún modo, deben desaprovechar. Se trata de un capital de credibilidad el que tienen acumulado y que les viene muy bien, por cierto, ahora que estamos inmersos en esta difícil coyuntura económica. El diálogo social se ha convertido en uno de los métodos más eficaces, de ahí que hagan bien los sindicatos en reclamar su uso en el momento en el que afloran tentaciones para aplicar medidas duras y restrictivas. No en vano, Cándido Méndez insiste en recordar reiteradamente el compromiso personal que, en tal sentido, asumió en su día el propio Zapatero..

Lla autocrítica. Claro que este mensaje en busca de una justa calidad en el empleo y de una dignificación del trabajo, ese afán universalizador que han evidenciado los sindicatos, debe tener un carácter integral y absoluto que se ha de dirigir no sólo a los demás sino, también, a ellos mismos. Tan importante reivindicación, cargada de buena voluntad y sentido común, colisiona estrepitosamente con determinadas prácticas sindicales. Encerrados en su perspectiva más cercana, los hay quienes bloquean el paso a trabajadores foráneos sin razón alguna. Otros, en complicidad con los responsables de las instituciones públicas, ocultan, sistemáticamente, el escándalo que supone el alto grado de absentismo laboral que se da entre el funcionariado o en las empresas públicas. Y qué decir de aquellos "sacrificados" sindicalistas que cerraron sus ojos a escandalosas prácticas de alto riesgo que conocieron en su calidad de integrantes de consejos de administraciones de nuestras cajas.

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