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Porque la cultura no se aborda desde la medianía

el 20 sep 2012 / 21:43 h.

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Interpretación del 'Réquiem' de Verdi en el Teatro de la Maestranza.
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Teatro de la Maestranza. 20 de septiembre. Programa: Misa de Réquiem de Verdi. Intérpretes: D. Barcellona. L. Orgonasová. J. de León. E. Silins. Coro del Teatro de la Maestranza. I. Sampil, director. Coro de la Ópera de Málaga. F. Heredia, director. Director musical: Pedro Halffter. 1º Concierto de Abono.

Tres días de concierto, una obra, el Réquiem de Verdi, generosa en efectivos, ambiciosa, desmedida -en su época y aún ahora-. Impulsos románticos es el paraguas bajo el que se cobija la temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) que anoche arrancó en un rebosante Teatro de la Maestranza en el que nada parecía señalar que este es el curso económicamente más complicado de cuantos ha vivido. En su momento este costoso Réquiem se puso en entredicho. Pero la cultura no puede, no debe, ser abordada desde la medianía. De este modo, anoche no se hubiera invocado a Verdi en Sevilla o, hace unas semanas, Madrid no hubiera hecho lo propio en el Teatro Real con el también caro y ambicioso Moses und Aron de Schönberg.

Renombrados fueron también los solistas de esta inauguración. La veterana soprano eslovaca Luba Orgonasová lució su timbre cálido y una perfecta afinación aunque orquesta y coro la ensombrecieran en el Libera me conclusivo. Memorable el Recordare dicho a medias con la mezzo Daniela Barcellona, con un registro generoso en fuerza tanto en graves como en agudos, a pesar de que el color de su voz no sea especialmente dúctil. El tenor Jorge de León se hizo con el complejísimo Ingemisco atacándolo desde una teatralidad operística algo fuera de tono. Pero en la esencia del canto, el canario cumplió con su papel a excepción de un sonido algo abierto. Con todo llegó a las notas altas holgadamente y en esta tesitura, su expresión no estuvo huérfana de belleza. El bajo Egilis Silins ofreció cara y cruz, cruz en un excesivamente impostado enunciado del Lacrimosa y cara en una voz, la suya, aterciopelada en el registro medio y muy rica en armónicos.

Los dos coros -del Maestranza y de la Ópera de Málaga- hicieron suya la impactante, que no desmedida, versión de Pedro Halffter. Hubo fortissimi vibrantes y compactos y pianissimi dramáticos y afinados. También secciones fugadas perfectamente aprehendidas. En todo caso no hubo sensación de exageración y sí de una rutilante fluidez y cohesión con el cuarteto vocal. En lo estrictamente instrumental subrayaremos el hermoso obbligato de fagot en el Quid sum miser a cargo de Javier Aragó.

Y Halffter, ante una obra tan exagerada como esta, optó por poner de relieve la magnifecencia de la partitura sin caer en extremismos decibélicos. Ejemplar el tempo moroso en el Ofertorio, el tono acentuadamente cadencioso del Recordare y las vehementes reexposiciones del Dies Irae. No parece que esta temporada que empieza vaya a descubrirnos mucho nuevo, pero el nivel de excelencia sigue tan alto como es costumbre.

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