Los primeros nazarenos blancos del Domingo de Ramos llegaban puntuales a la cita con San Sebastián y San Salvador. La parroquia y la calle donde viven la Virgen de la Paz y el Cristo de la Victoria se llenaba de vida una hora antes que cualquier otro Domingo de Ramos: el Porvenir estrenaba la Semana Santa y horario de verano, un horario que hacía honor a su adjetivo, pues a las 11.30 de la mañana un sol de justicia daba buena cuenta de lo que sería una salida llena de emoción y de lipotimias.
Entre cuarteles que recuerdan la historia de una hermandad que nació en una farmacia militar, la Paz, con la seguridad de pasar por su parque, esperaba en el presbiterio a que llegara la hora de salir a la calle. Mientras, fuera, los nazarenos iban llegando y preparándose para su estación de penitencia.
Entre ellos dos hermanos, Jesús y Alejandro, que viven en Pino Montano pero que cada año llegan al Porvenir de la mano de sus padres, Alicia y Jesús, que se han criado en las Tres Mil Viviendas pero que sienten que la hermandad de la Paz es también la de su barrio. Emocionados, sobre todo el pequeño, Ale -más inquieto que su hermano, que espera serio a entrar en el patio de la hermandad-, cuenta que lleva varios días sin dormir por los nervios.
En la conjunción de San Salvador con Río de la Plata, la excitación, los trajes de chaqueta y el sol hacen el resto: al menos tres lipotimias antes de que salga el primer tramo de nazarenos. Y eso que puntual también fue la salida de la Cruz de Guía, que a las 12.50 horas enfiló el camino de una calle Río de la Plata atestada. La primera levantá del Cristo de la Victoria, aún dentro de la parroquia, fue en honor al recientemente fallecido José Sánchez Dubé "que está con el Señor en el cielo", afirmó el capataz, Antonio Santiago, que también tuvo palabras de recuerdo a su padre, Manuel, a su hijo Antonio y a su amigo, el costalero Miguel Ángel Osuna: "Así se escribe la historia: costalero de su abuelo y ahora compañero del nieto".
Cuando el Cristo entraba ya en el parque de María Luisa, después de que anteayer a mediodía confirmara la delegación de Urbanismo que podría hacer su recorrido habitual, la Virgen de la Paz empezaba a tocar con la primera trabajadera el suelo de su parroquia tras bajar del presbiterio. La Virgen del manto blanco, que perdió su rama de olivo de plata en la primera levantá -lo cual un matrimonio junto a la valla de la parroquia vio como un mal augurio: "Como está la cosa y la Paz perdiendo la ramita..."-, salía a las calles de su barrio entre vítores y palmas. Algún que otro "viva España" retumbó en la espera entre el toque del llamador y el sonido de los varales. La primera saeta, de un hermano costalero. El primer cambio de cuadrilla, de los bajos por los altos (los primeros son los encargados de la salida y la entrada) y en San Salvador un bienhechor que es requerido por encima del resto: un sanitario del 061 que mochila en ristre va atendiendo a los derrotados por el calor.
La primera salida del Domingo de Ramos auguró lo que fue la jornada: en El Porvenir se presentía un día de emoción, de calor y de prisas por no dejarse un detalle por ver.