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PPnomics y mesianismo

El sábado de la semana pasada participó Aznar en las jornadas organizadas por la CEA Respuestas ante la crisis. Por lo que cuentan los cronistas, el recetario neoliberal que desgranó es una vuelta de tuerca al que se ya se aferraba antes del terremoto subprime y el consecuente despatarre de las instituciones...

el 16 sep 2009 / 00:18 h.

El sábado de la semana pasada participó Aznar en las jornadas organizadas por la CEA Respuestas ante la crisis. Por lo que cuentan los cronistas, el recetario neoliberal que desgranó es una vuelta de tuerca al que se ya se aferraba antes del terremoto subprime y el consecuente despatarre de las instituciones financieras.

El ex presidente no opinó sobre el giro Keynesiano de las economías occidentales. Antes bien, defendió bajadas de impuestos, mayor flexibilidad laboral y menos intervención estatal, exigiendo profundizar en privatizaciones, ahora con la vista puesta en las empresas públicas autonómicas y locales. Esto último se entiende porque ya no quedan empresas estatales por privatizar.

Por cierto, que esto no es incompatible con llorar por la dependencia energética española y la amenaza de que empresas como Endesa y Repsol caigan baja control extranjero. En fin, los hay que opinan que, si se repasa los nombres de los adjudicatarios de aquellas empresas públicas rentables y los de quienes actualmente cobran de ellas, aquello más que privatización debería llamarse, en rigor, alzamiento de bienes.

En cualquier caso, ¿qué argumento avanzó para defender su postura frente a las alternativas keynesianas a las que se agarra el mundo? Su misma hoja de servicios en sus ocho años en el cargo. Aznar se dibuja a sí mismo como un Robinson Crusoe que trajo la civilización (estabilidad presupuestaria y empleo) a una isla inhóspita llena de matorrales y pantanos infecciosos (rigidez e ineficiencia) sin más ayuda que su recetario de (aunque se ve que a esta última clase faltaron los alcaldes de Madrid, Málaga y Valencia) austeridad.

No ve necesario matizar que remábamos dentro de un panorama de crecimiento global radicalmente distinto al actual, ni tampoco que la España de España-va-bien estaba, por un lado, incubando peligrosísimas burbujas especulativas (ahora las sufrimos), y por otro, renunciando a emplear la época de bonanza para realizar reformas estructurales y sí, en cambio, poniendo las bases para sobreexplotar cada vez más el trabajo menos cualificado.

Poco interés tendría dedicar tanto espacio a analizar el ideario económico de un ex presidente si no fuera porque continúa siendo el de su partido. El que no me crea puede consultar la ponencia económica de su último congreso, Una economía para las personas. No hay nuevos diagnósticos, a pesar de la que se ha venido encima.

Bajadas de impuestos y austeridad, al igual que en los mítines, son sus términos clave. Y si uno esperaba encontrar, allí al menos, una explicación de cómo se pretende cubrir esos menores ingresos públicos, o qué gastos se prevén recortar, quedará defraudado. No se dice, o peor si cabe, se termina recurriendo a la pacotilla científica de la curva de Laffer: "El binomio crecimiento económico y creación de empleo permite crear las condiciones necesarias para que la recaudación tributaria aumente sin subir los impuestos" (párrafo 71). Acabemos.

Sostengo que, así, este programa económico deja de ser un programa económico y pasa a ser una promesa mesiánica. Ningún partido de derechas europeo, ciertamente partidarios todos de bajadas de impuestos, se atreve a presentarse ante el público apelando meramente al autobombo y al triunfalismo retrospectivo.

Tienen mucho cuidado en pormenorizar cómo se cubrirá el desfase fiscal. Por supuesto, eso les crea problemas con los colectivos afectados, pero también les concede, a cambio, un marchamo de rigor intelectual, que no deja de ser una cualidad exigible a quien pretende gobernar.

De otro modo, y de verdad que es triste decirlo, las promesas de bajadas de impuestos tienen un estatus intelectual similar al "¿cómo están ustedes?" de los payasos de la tele, buscando meramente reconfortar el ánimo a una audiencia a la que, de todos modos, no se atribuye un exceso de sagacidad.

Catedrático de Hacienda Pública

jsanchezm@uma.es

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