Miguel Ángel Ayuso (Sevilla, 1952) fue misionero comboniano en países como Egipto y Sudán antes de desembarcar como profesor en el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de Roma, institución que dirige desde hace un lustro.
-¿En España el modelo de homogeneidad religiosa se ha perdido definitivamente?
-Vivimos un momento histórico, en una fase de globalización que ha permitido intercambios y movimientos migratorios, lo que ha originado una presencia multicultural y multirreligiosa. Esto ha obligado a activar un sistema de readaptación de todo lo que en el pasado fue una sociedad que se distinguía por ser únicamente católica.
-¿Qué cualidades debe tener el diálogo entre creyentes de distintas religiones?
-El punto de partida tiene que ser el de reconocer objetivamente las diferencias que existen a nivel teológico y antropológico. El método para llevar adelante este diálogo supone el escuchar uno al otro sin ningún tipo de prejuicios, y desde un respeto mutuo y recíproco, sobre todo de la vida humana, y desde un deseo sincero de establecer unas relaciones de colaboración. El factor religioso en una sociedad hoy secularizada juega un papel importante, que es el de ver a los creyentes no confrontándose a nivel de principios, sino el de venir al encuentro el uno con el otro para, juntos, crear una sociedad armoniosa y pacífica.
-¿Puede decirse que hay mucha ignorancia religiosa?
-Tenemos que superarla a través de una educación seria en nuestras respectivas tradiciones religiosas. Aquí en Occidente hay mucha gente que tiene miedo por la expansión del islam y temen que nos vayan a islamizar Europa. A mí esto no me preocupa. En esta Europa secularizada son precisamente los musulmanes los que están testimoniando la dimensión religiosa de nuestra existencia. Lo que realmente me preocupa es la descristianización de Europa. El cristiano debe vivir en profundidad su propia fe y exteriorizarla.
-Le supongo al tanto de la polémica local por la ubicación de una mezquita en Sevilla.
-Algo he escuchado. El poder tener en una ciudad universal como es Sevilla un centro de culto para los musulmanes, dentro de la legalidad, me parece una cosa adecuada. Prefiero que los musulmanes tengan un lugar de culto que no tener a grupos desconocidos reuniéndose en garajes y lugares extraños, que siempre acaban terminando en caldo de cultivo.
-Hay quien tiene la idea de que el Islam es una religión fundamentalista...
-El Islam, como dijo el rey de Arabia en una conferencia en Madrid, debería de ser la religión del equilibrio, de la justicia y de la paz. El musulmán de a pie es un creyente que cree en Dios y que practica esta fe en comunidad. Por lo tanto, hay que distinguir entre el creyente de a pie y el fundamentalista islámico, que vive su fe de un modo mucho más radical desde el punto de vista de la observancia de la ley. Es cuestión de respetar; en la Iglesia católica también hay grupos que son más tradicionalistas, más radicales, más observantes. El problema no es el Islam, o los musulmanes de a pie, sino aquellos miembros de la comunidad musulmana que instrumentalizan la religión y la manipulan en nombre de Dios con fines de poder. Para el musulmán de a pie la verdadera yihad es el gran esfuerzo de conversión que tiene que hacer para hacer que su vida se pueda someter única y exclusivamente a Dios.
-¿Qué le parece que en ciertos colegios españoles se haya vetado el uso del velo islámico?
-No entro en esa casuística. Vengo de Italia y se habla de crucifijo sí, crucifijo no, y vengo aquí y el dilema es velo sí, velo no. Tenemos que superar estos conflictos para respetar, pero entrando dentro de la legalidad. Partiendo del hecho de que son elementos que originariamente no tienen fundamento coránico... Son muchas las diferencias que existen entre velos.
-¿Dan los medios de comunicación una imagen distorsionada del Islam?
-Sí, y también los musulmanes dan una visión distorsionada del cristianismo. Lo que hace falta es que cristianos y musulmanes seamos capaces de activar una visión del otro objetiva y respetuosa.
-¿Qué escenario dejan las revoluciones de la llamada primavera árabe para el fomento del diálogo interreligioso?
-Dejan la esperanza de que se pueda crear una estructura en la que se operen los derechos de las personas y, por lo tanto, permitir a su población vivir con mayor dignidad y respeto y, con respecto a las minorías, el respeto a la libertad religiosa, que comporta libertad de culto y de conciencia.
