Los olivos y las respuestas requieren tiempo" esta frase abre la novela El lado oscuro del amor del autor sirio Rafik Schami. Es un gran inicio porque, como todo buen libro, ayuda a que nos hagamos preguntas. Y es que en está primera década del siglo XXI lo que estamos necesitando es recuperar la fuerza para preguntar. De que sigamos interrogándonos sobre la realidad depende que la ciudadanía pueda marcar en parte su futuro. No es fácil. El calentamiento global informativo, publicitario y propagandístico, puede hacer creer que sabemos más que nunca, que disponemos de más datos, que somos más adultos. En realidad estamos ante una gran pantalla virtual, casi infranqueable, que tiende a anular el sentido crítico. Como el Gran Hermano que imaginó Orwell hoy en el mundo se vigila y se controla la información, se unifica y a menudo es casi imposible acercarse a la verdad.
Por ello, en esta tierra de olivos, testigos de nuestra historia, es de agradecer que los libros nos recuerden que no hay respuestas fáciles, ni rápidas. Con la lectura, cada vez más amenazada, crece la certeza de que lo importante es seguir haciendo preguntas. No en vano en Fahrenheit 451 otro visionario, Ray Bradbury, nos mostraba un mundo donde los libros eran quemados como enemigos públicos. Decían desde el poder incendiario que las obras escritas tenían el peligroso don de hacer pensar y con ello hacer infeliz a la gente alimentando el conflicto social. Pues aquella ciencia-ficción ya está aquí y las falsas realidades buscan adormecer las conciencias. Bucear entre muchas páginas puede despertarlas.
Periodista
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