La mayoría inmensa de las democracias occidentales disponen de una autoridad independiente de regulación del audiovisual que vela por el correcto funcionamiento de un medio tan potente y con tanta influencia social. El Estado Español carece de él, una anomalía democrática. Pero Andalucía ha creado el Consejo Audiovisual de Andalucía y lo ha incorporado nada menos que al Estatuto de Autonomía para Andalucía. Carente de un marco normativo nacional y de precedentes en España, salvo el caso catalán, ha tenido que empezar de cero. Y con todo respeto para sus miembros, ninguno de ellos tenía ninguna experiencia en este campo del control televisivo razón por la cual han tenido que desarrollar este órgano a la vez que formaban su propio criterio, repentizaban sus nuevas funciones, adquirían las herramientas necesarias para el ejercicio de su función y elaboraban su doctrina.
Lamentablemente el CAA se está convirtiendo en otro campo de batalla más en el que se dirimen conflictos políticos. Y al permitir el presidente que la calidad de la doctrina deje de ser el elemento distintivo y legitimador del órgano y consienta lo que estamos viendo, está poniendo en peligro la legitimidad del CAA y perdiendo la autoridad con la que debe presentar sus actuaciones. Sé que se va a molestar y lo siento pero el presidente está incapacitado para reconducir esto. Le venga bien o mal al Gobierno o a la RTVA es lo de menos, la verdad es que no está a la altura de su difícil e importante función.