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Primera Madrugá sin cofradías desde 1933

La lluvia destrozó de principio a fin la noche más hermosa hasta reducirla a la nada.

el 21 abr 2011 / 11:46 h.

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Todos los hermanos macarenos junto a su virgen cuando se decidió no salir.
Jornada triste para los sevillanos sin cofradías en las calles.

Desoladora. Inaudita. Tristemente insustancial. La lluvia, erigida en triste protagonista de la Semana Santa, quebró la noche más hermosa de Sevilla hasta reducirla a la nada dejando a los sevillanos sumidos en una extraña e inconsolable sensación de orfandad. Ni una sola de las cofradías pudieron hacer estación en una noche, también una mañana, sacudida por continuos aguaceros, acompañados a veces de ruidosos truenos. Por primera vez desde 1933 Sevilla se quedó sin Madrugá, aunque en aquella ocasión fue por motivos bien distintos.

Los partes meteorológicos no dejaban ningún resquicio a la esperanza. Con un 70% de probabilidades de chubascos dispersos hasta las ocho de la mañana, las primeras desilusiones no se hicieron esperar. Las tomas de decisiones se producían con una inusitada rapidez. Poco después de la medianoche, El Silencio, La Macarena y El Gran Poder anunciaban la suspensión de sus salidas. En un intervalo de menos de 15 minutos se esfumaban las ilusiones en la calle Alfonso XII, en San Lorenzo y en la Resolana, donde desacostumbradamente la lluvia había retraído a mucha gente. En el interior de San Antonio Abad se quedaron sin salir las 21 mujeres que este año debutaban como nazarenas de la Primitiva. En San Lorenzo, como bálsamo a que Sevilla no pudiera contemplar el caminar del Señor, las puertas de la Basílica se abrieron poco después de las dos de la madrugada para que los fieles y devotos presentasen sus oraciones. Mientras que junto al Arco, el rezo de un Padrenuestro y el canto de la Salve en latín servían de sustituto a la estación penitencial. La Madrugá ya se había roto en dos.

Las ilusiones se trasladaron entonces al otro lado del puente, donde la junta de gobierno de la Esperana de Triana trataba de exprimir al máximo la más mínima oportunidad. Desde 1847, nada menos, la Esperanza no se quedaba en casa por motivos meteorológicos. La calle Pureza, de bote en bote, esperaba revivir el milagro de 2004, cuando la Esperanza de Triana se convirtió en la única cofradía que procesionó aquella Madrugá. A la una y media de la madrugada, la junta se dio media hora más para volver a reunirse y consultar de nuevo los partes. La lluvia hacía cesado hace algún tiempo, de ahí que las esperanzas se multiplicaran.

Los latidos de los corazones se dispararon cuando hicieron su entrada en Pureza las dos bandas de los pasos a ritmo de un popurrit de marchas procesionales. Era el delirio y todavía no se habían abierto las puertas de la capilla. Pero lastimosamente una auténtica tromaba de agua que inició poco después de las dos de la madrugada dio al traste con todas las ilusiones. El Calvario y Los Gitanos también optaron por la prudencia. La noche y toda la mañana de Viernes estuvo metida en agua. Al filo de las 2.45 horas, la Madrugá de Sevilla ya era historia. Triste y desoladora historia.

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