Se ha aireado mucho esta semana el hecho de que el Sevilla, en la segunda vuelta, sería el líder del Campeonato Nacional de Liga con 16 puntos, seguido del Madrid con 15 y del Barça con 14.
Que, contando los partidos desde la llegada de Manolo Jiménez, en la jornada novena, estaría tercero. Todo ello muy cierto, y convenientemente aireado ahora como efecto compensatorio de las cada vez más extendidas dudas sobre Manolo Jiménez. Pero la realidad, aún siendo una, es susceptible de ser analizada a través de diferentes prismas. Así que es de justicia constatar también que el Sevilla fue eliminado en Copa del Rey por el Barça empatando en los dos partidos y jugando bien, pero no olvidemos que jugó los octavos porque todos los Santos (y el árbitro) se aliaron para que no fuese eliminado por el Denia en dieciseisavos (1-1 en la ida, con juego infame, y 3-2 en la vuelta, desperdiciando un 2-0 -¿les suena a turco?-, con mal juego también, y con un penalti postrero muy dudoso).
Y también es de ley volver a repetir que fue el Sevilla solito el que se autoeliminó de la Champions. Así que todo depende del prisma con el que se mire. Lo cierto es que, por equipo, el Sevilla debería tener algún punto más en Liga y tendría que estar en el sorteo de cuartos de la Champions que se celebrará en el día de hoy.
Lo que cuestiona el aficionado es la tremenda irregularidad del equipo, sin que, hasta ahora, nadie haya podido aportar una explicación razonable de la transmutación a peor, en sólo unos meses, de un equipo mejorado del año pasado a éste. Los balances, al final.
