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PSOE e IU empiezan su difícil cortejo

el 26 mar 2012 / 21:16 h.

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El lunes de resaca electoral sirvió a los partidos para empezar a tirar líneas sobre el futuro político de Andalucía. El Partido Popular está tan hundido como sorprendido por sus pírrica victoria y se enfrenta a la posible retirada de su líder, Javier Arenas, que hoy se dirigirá a la cúpula popular. Partido Socialista e Izquierda Unida comenzaron su cortejo, que se prevé intenso y muy difícil y que dará lugar, posiblemente después de Semana Santa, a un pacto que permitirá a la izquierda gobernar la próxima legislatura y dejar al PP en la oposición. Todos apelan a la prudencia. La hipótesis más real es que, una vez que se constituya el Parlamento el 19 de abril, un acuerdo entre José Antonio Griñán y Diego Valderas dirija la política andaluza los próximos cuatro años, duros y decisivos frente a la crisis económica.

La salud de Andalucía es delicada y los vaivenes políticos pueden ser letales. El foco está puesto sobre la comunidad en un momento en el que Bruselas ha estrechado la vigilancia y el Gobierno de España sigue apuntando a los problemas de solvencia de las cuentas andaluzas. Una imagen de debilidad puede costar cara. Además Andalucía se ha convertido en la primera comunidad que ha suspendido a Mariano Rajoy y sus reformas poco más de 100 días desde su desembarco en La Moncloa. La confrontación política aumenta y se extiende un peligroso runrún de Despeñaperros hacia arriba que desprecia o caricaturiza el voto de los andaluces y que añade un plus de responsabilidad a la negociación política en ciernes.

Las elecciones han dejado un escenario político abierto. Los 50 diputados del PP, cinco por debajo de la mayoría absoluta, no permiten al partido de Arenas formar gobierno a pesar de haber tenido una victoria tan histórica como exigua. El PSOE ha alcanzado 47 escaños (desplomándose nueve por debajo de los que tenía) e IU ha doblado su presencia en la Cámara, pasando de 6 a 12 diputados. Los votantes desencantados con el PSOE se han refugiado mayoritariamente en IU y no han centrifugado sus apoyos hacia el resto de fuerzas, como ocurrió en las generales. Ningún grupo minoritario ha conseguido presencia en el Parlamento. La suma de los dos partidos de la izquierda permitiría la gobernabilidad sin sobresaltos. Pero no es tan fácil. Deben ponerse de acuerdo sobre el contrato político a firmar y tienen opciones diferentes, además de falta de química entre quienes deben negociar.

Griñán prefiere una coalición, que sentaría a IU en el Gobierno y le entregaría una parcela de poder. Al estilo del acuerdo entre PSOE y PA que valió desde 1996 a 2004. Es la fórmula que garantiza más estabilidad. El presidente aseguró que "en un escenario con dificultades, Andalucía necesita estabilidad política". Sostuvo que siempre es un valor, pero que ahora es "imprescindible". Griñán llamaba a la puerta de IU horas después de que las urnas hubieran dado un castigo al PSOE duro -por vez primera pierden unas elecciones- pero menor del previsto, librándolo de lo que muchos daban por hecho: el final de 30 años de hegemonía en Andalucía. Griñán habló de explorar todas las vías "con humildad y transparencia". Solo puso una condición: el Gobierno deberá de ser paritario. Las mujeres han vuelto a IU -hay seis nuevas diputadas- tras cuatro años sin ninguna voz femenina.

Casi a la vez, el coordinador regional de IU, Diego Valderas, sacaba pecho. Exigió "humildad a los dos derrotados". Está claro que la federación de izquierdas se alza con la llave del futuro Gobierno y no va a abrir la puerta al próximo presidente a precio de saldo. Queda todo por hablar y negociar, pero la intención de IU es llegar a un acuerdo programático. Rememorando a Julio Anguita, defienden el "programa, programa, programa". Valderas, que ya fue presidente del Parlamento andaluz de 1994 a 1996 en la época de la temida pinza de IU y PP, se inclina más -según fuentes cercanas al dirigente- por volver a ocupar esa atalaya desde donde podría controlar toda la política. Otras fuentes cercanas a Valderas niegan que esté "en clave presidencial" y aseguran que la mayoría de IU se inclina por apoyar la investidura y después tratar de condicionar, desde la oposición, todas las políticas de un Gobierno cuya supervivencia tendría en sus manos. IU está más fuerte que nunca, tienen un grupo parlamentario fuerte y se sienten legitimados para alzar la voz. Valderas no ha hecho una campaña de guante blanco contra el PSOE. Todo lo contrario. Ha tratado de marcar distancias y ha metido en el mismo saco a este partido y al PP, apoderándose de todo el espectro de la izquierda.

IU debe ahora consultar a sus bases y la respuesta será determinante o vinculante, según el dirigente que analice los estatutos de la federación. Toca convencer a sus militantes de que fundirse con el PSOE no va a terminar por engullirlos y llevarlos al desastre. Y avisarlos de que es contraproducente repetir la fórmula de Extremadura, donde dieron paso al PP. El viernes su ejecutiva celebra una reunión clave. Parece que el diputado nacional por IU y secretario general del PCE, José Luis Centella, va a jugar un papel clave. Por el PSOE, todo apunta a que Susana Díaz, Mario Jiménez y Mar Moreno tomarán las riendas. IU ha vetado a los dos primeros y ayer dijo abiertamente que no los quería en la negociación. Valderas y su entorno no muestran preocupación alguna por el diputado de la CUT Juan Manuel Sánchez Gordillo, contrario a apoyar al PSOE. Numéricamente es prescindible y no temen su pase al grupo mixto.

Sobre el diálogo entre PSOE e IU se alarga la sombra de la pinza de 1994 que secuestró el Parlamento y obligó a los socialistas a convocar elecciones. Entonces el PSOE ganó y solo necesitó la abstención de IU. Ahora ha ganado el PP, Griñán necesita el voto de los diputados de izquierdas. La negociación será muchísimo más dura.

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