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El homenaje a Blas Infante se torna en bronca con un duro ataque del PP a Díaz

Los populares ven en la intervención de Díaz en el Parlamento una ruptura de la separación de poderes, y la acusan de «soberbia», «autoritaria» y «prepotente».

el 05 jul 2014 / 14:31 h.

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El portavoz del PP-A, Carlos Rojas, criticó con dureza la intervención de Susana Díaz en el homenaje a Blas Infante. / J. J. Montero El portavoz del PP-A, Carlos Rojas, criticó con dureza la intervención de Susana Díaz en el homenaje a Blas Infante. / J. J. Montero El homenaje para conmemorar el 129 aniversario del nacimiento de Blas Infante, reconocido en el Estatuto como padre de la patria andaluza, se salió este sábado del recto renglón institucional y descarriló en un cruce acalorado de reproches y descalificaciones entre los principales partidos políticos. Durante su intervención en el acto, el portavoz del PP-A, Carlos Rojas, acusó a la presidenta de la Junta, Susana Díaz, de «soberbia», «autoritaria» y «prepotente», de «usar la Cámara en beneficio propio» y el homenaje a Blas Infante «con fines electoralistas, partidistas y personalistas». «Los tentáculos del Ejecutivo no deben subyugar nunca al Parlamento», llegó a decir. Los socialistas respetaron el tono institucional, pero nada más terminar el acto, el portavoz del PSOE, Mario Jiménez, replicó con la misma dureza, acusando al PP de «ensuciar» una fecha señalada. «Lo que ha hecho el PP no tiene precedentes. Es un partido ridículo con preocupaciones ridículas que hace ridículas las instituciones con un mitin», dijo. Antes, el portavoz de IU había hecho un llamamiento a los otros dos partidos para que no confrontaran durante la ceremonia. No tuvo éxito. José Antonio Castro volvió a reclamar la anulación de la sentencia de muerte del padre de la patria andaluza, fusilado por los franquistas en 1936, y pidió que el próximo año, en el 130 aniversario, alcaldes, colegios, asociaciones de memoria y sindicatos se vuelquen en la celebración de esta efeméride. La tensión que vivieron los partidos, en una ceremonia que suele pasar desapercibida por lo encorsetado del acto, es más propia de un momento preelectoral que de la aparente calma chicha que vive la política andaluza. PP y PSOE acaban de salir escaldados de unas elecciones europeas en las que juntos perdieron 600.000 votos en Andalucía. Ambos son conscientes de que la ciudadanía les empieza a dar la espalda y de que la desafección política se ceba con el bipartidismo, mientras otras formaciones han sabido catalizar el malestar y las reivindicaciones de la calle.   ¿Por qué se estaban peleando este sábado, a las puertas del edificio donde se escribe y se hace la política andaluza, minutos antes de presentar una ofrenda floral a Blas Infante, precursor del autogobierno y la autonomía andaluza? La polémica se desató hace unos días cuando se supo que la presidenta de la Junta iba a intervenir en el acto del Parlamento, algo que no hicieron sus antecesores, y que al PP le crispó sobremanera, hasta el punto de acusar a Díaz de «violentar las reglas del juego y la separación de poderes». Los populares consideran que el homenaje pertenece exclusivamente a la Cámara legislativa. El viernes, el líder del PP-A, Juan Manuel Moreno, afeó a Díaz que «manosee los símbolos de los andaluces». Este sábado estuvo en el Parlamento, y la presidenta se apresuró a saludarle amigablemente. Moreno no es diputado, se limitó a depositar el ramo de flores en nombre de su partido ante la estatua de Blas Infante, y no abrió la boca. Pero escuchó, impávido, cómo su portavoz arremetía contra Díaz. «Sobran los excesos, no hay sitio para la soberbia y, mucho menos, para la prepotencia. No se ejerce mejor la presidencia de un Ejecutivo por ser más autoritaria», dijo Rojas. POLÉMICA. Se suponía que la polémica quedaría aparcada fuera del Parlamento en cuanto las autoridades se enfundaran el estrecho corpiño del protocolo institucional, sobre todo porque este homenaje, cada 5 de julio, consiste en rendir tributo a Blas Infante, figura de consenso, y además se celebra en presencia de sus familiares, incluida su hija, María de los Ángeles Infante. Pero no fue así. El presidente de la Cámara, Manuel Gracia, había invitado a Díaz a que interviniera durante el homenaje, igual que el año pasado invitó a su predecesor, José Antonio Griñán. Éste declinó la oferta, pero Susana Díaz la aceptó. Gracia, que es la personificación de la corrección política, no pudo evitar reaccionar, indignado, cuando oyó que el PP le criticaba por romper el equilibrio entre poder legislativo y ejecutivo. «Éste es el acto institucional de la Junta de Andalucía», anunció, alzando la voz, durante su discurso, lo cual engloba también al Parlamento y a la Cámara de Cuentas, según el artículo 99 del Estatuto. Gracia instó a los partidos a «no confrontar», «aparcar los intereses partidistas y homenajear a Blas Infante, que une a los andaluces». Susana Díaz, hoy junto a Manuel Gracia y María Ángeles Infante. / E.P. Susana Díaz, hoy junto a Manuel Gracia y María Ángeles Infante. / E.P. A estas alturas, el acto en sí mismo había cobrado más relevancia que el propio homenajeado. Todos usaron su nombre en vano, a saber, todos se parapetaron en Blas Infante para cargarse de razones con las que atizar al contrincante. El PP denunció los males de la comunidad –paro, fracaso escolar, corrupción, falta de transparencia– considerándolos una afrenta del Gobierno socialista a los ideales de Blas Infante. El PSOE hizo un alegato de las medidas adoptadas por la Junta y lo tradujo en una reivindicación de esos mismos ideales. Así se construye un padre de la patria andaluza polisémico, igual sirve para argumentar una cosa que la contraria. Y todo esto en presencia de su hija. Convivencia. Al final, el discurso en sí de Susana Díaz no despertó ninguna animadversión por parte de la oposición. El PP ni siquiera lo mencionó, sólo le había irritado el protagonismo de la presidenta. Díaz adoptó un tono institucional y usó la figura de Blas Infante como catalizador de ese sentimiento de unidad de España que viene reclamando, en su faceta más estadista, ante las derivas soberanistas del Gobierno catalán, o el empuje hacia un mayor centralismo del presidente Mariano Rajoy. «Vivimos un reto como el de 1980. Si entonces el debate era la necesidad de hacer de España un Estado autonómico, el riesgo viene hoy de aquellos que en un sentido u en otro, atacan su viabilidad», advirtió la presidenta. Díaz volvió a hablar de «un tiempo nuevo» y apeló a la convivencia entre los territorios: «Ese sentido profundo de estar juntos es lo que debemos recuperar para el conjunto de España», dijo, «las razones que hagan habitable un país, anuden la convivencia y permitan trazar un futuro de progreso en igualdad de oportunidades». Y añadió: «España es un proyecto común con presente y futuro. Pero es necesario que los españoles toquen con las manos la utilidad de pertenecer a este proyecto». Esa unidad que, para todos, simboliza Blas Infante, ni siquiera se escenificó en la tradicional entrega de ramos de flores al pie de la estatua de bronce del padre de la patria andaluza, ubicada en el Palacio de Recibimiento del Parlamento: once ramos distintos y por separado, uno por cada institución presente en el acto (partidos, Junta, ayuntamientos, diputación y otras instituciones). El himno de Andalucía sí lo cantaron todos al unísono.

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