Sabemos que lo importante de un edificio no es su autor, la cualidad o no de estrella de quien lo firme. Ni siquiera su calidad contrastada anteriormente a la construcción de un nuevo edificio garantiza que el arquitecto que lo haga acierte siempre. Puede errar y dejar marcado un lugar con su error. Por eso, de momento, no podemos asegurar que la arquitecta Zaha Hadid ha proyectado un edificio indiscutible para la biblioteca del Prado, ni tampoco que fuera estrictamente necesario acudir a esa estrella de la arquitectura para levantarla. Seguro que hay aquí arquitectos que podrían haber hecho un excelente edificio. Y, sin embargo, también digo que puede que en el Prado tengamos un extraordinario edificio y además una biblioteca importante. O lleguemos a tenerla, si el TSJA no logra imponer su criterio. Hay jueces que se arrogan un poder que hace que tiemblen los cimientos de la confianza en ellos y hasta los cimientos de un edificio que no duda el TSJA en ordenar parar poniéndose por montera el PGOU. Aseguran los jueces que autorizar el edificio en el Prado es una decisión incoherente, irracional, arbitraria y carente de motivación. Con un par. Los señores jueces dicen que ellos reconocen el Prado como está sin edificio, y así es como lo reconocerán. Puro conservadurismo el de los señores jueces, que lo imponen por vía de su poder. Eso sí, no se enojen los señores jueces, acatamos la sentencia, aunque con claro conocimiento de nuestro derecho a no compartir sus criterios de ninguna manera.
