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Puro humo

En fin, se va la última fábrica de tabacos de Sevilla. Primero en ese venerable edificio que hoy acorralan los rieles del tranvía, luego en naves más o menos antipáticas de ladrillo y cemento que ocuparon ambas orillas, cigarreros y cigarreras, los de verdad y los del folletín y la ópera, surtieron a millares de pulmones de su ración diaria de alquitrán...

el 14 sep 2009 / 21:15 h.

En fin, se va la última fábrica de tabacos de Sevilla. Primero en ese venerable edificio que hoy acorralan los rieles del tranvía, luego en naves más o menos antipáticas de ladrillo y cemento que ocuparon ambas orillas, cigarreros y cigarreras, los de verdad y los del folletín y la ópera, surtieron a millares de pulmones de su ración diaria de alquitrán, bronquitis crónica y satisfacción, el placer demorado y suave de contemplar cómo el humo se eleva sobre el cenicero. El tiempo del tabaco pasó y hoy es enfermedad o crimen pero no arte. Así nos lo recuerda la ministra de cultura: no leer dice, es peor incluso que fumar. Por debajo sólo queda el asesinato. n Luis Manuel Ruiz

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