La crisis de los misiles en Cuba, que tuvo al mundo en vilo durante 13 trágicos días con la voz de alarma ante una guerra entre EEUU y la Unión Soviética, regresó 45 años después en las conversaciones entre Washington y Moscú. El presidente ruso, Vladímir Putin, recordó la crisis de los misiles para criticar el plan de la Administración Bush de crear un escudo militar en Europa y cerca de las fronteras rusas.
Aunque puntualizó que una crisis como aquella ya no sería posible entre países que ahora no son enemigos sino que cooperan entre sí, manifestó que la situación evolucionó entonces de "forma parecida" a como actualmente se suceden los hechos.
Al finalizar la cumbre de la Unión Europea y Rusia, Putin subrayó que Moscú retiró los misiles de Cuba y de otros países y ahora Washington pretende abrir bases cerca de sus fronteras. No obstante, Putin calificó de amigo a EEUU y a su presidente, George W. Bush, y se mostró convencido de que se están revisando los planes sobre el escudo antimisiles tras los planteamientos efectuados por el Kremlin.
Washington estudia la posibilidad de ubicar interceptores en Polonia y un radar en la República Checa para neutralizar un potencial ataque de países como Irán, mientras Moscú cree que la iniciativa amenaza su seguridad.
Por otra parte, Rusia y la UE minimizaron ayer sus diferencias y relanzaron un clima de entendimiento en la última cumbre de los dos gigantes europeos a la que asiste Putin como presidente. Tras cinco horas de sesiones de trabajo, el líder ruso, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el primer ministro luso, José Sócrates, exhibieron muchas sonrisas y se lanzaron los elogios suficientes para evidenciar que se ha ganado en cordialidad y voluntad.
Sin embargo, de la cumbre no salieron acuerdos importantes sobre las grandes cuestiones de la política internacional que enfrentan a Moscú y Bruselas, como son los caso de Kosovo o Irán, o sus diferentes visiones del abastecimiento y la distribución de la energía.