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¿Qué es un verano sin bolos?

Cachés al 50%, impuestos al 21%, la gasolina por las nubes... la crisis se está cebando con los músicos hasta la asfixia, pero la imaginación y las ganas permiten que muchos sigan en la carretera

el 13 jul 2013 / 23:01 h.

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Este será el primer verano, desde hace seis años, en que Cristóbal Colom no salga de gira. El hecho de que su grupo, Mañana, acabe de disolverse es una consecuencia de la crisis sólo en parte. Pero no cabe duda de que las circunstancias actuales –mercado discográfico hundido, dificultades para encontrar actuaciones rentables en vivo– ha precipitado ese frenazo en seco, después de lanzar dos estupendos discos y de cosechar piropos allá donde iban. “La crisis simplemente te hace tener que plantearte las cosas de otras formas, pero yo seguiré tocando”, asegura el músico. HEROES DEL SILENCIOLa trayectoria de Mañana ilustra bastante bien la situación: “Cuando empezábamos, cualquier festival te pagaba una pasta, mientras que ahora se han reducido los cachés al 50%. Por ejemplo, tocamos durante tres años seguidos en el festival Sonorama. El primer año nos pagaron muy bien, y a partir de ahí cada nueva visita ha estado peor pagada... Hay dinero para los tres grupos gordos, y el resto de la gente va por los gastos y poco más”, agrega. A veces, las ganancias ni siquiera cubren esos gastos. Eduardo Tachera, cantante de Los Sentíos, lamenta que “los ayuntamientos y administraciones públicas lo primero que recortan es en Cultura, las salas y garitos te pagan en negro bajando cachés a la mitad, la gasofa está cara como nunca, y el IVA cultural nos remata a los que intentamos ir de legales”, explica. “Los festivales se aprovechan de los cachés raquíticos que se manejan, y los garitos y chiringuitos playeros pagan una mierda teniendo sus negocios petados de turistas, con la excusa de la crisis todopoderosa”. El mundo del hip hop, que siempre ha presumido de público fiel, también está conociendo las vacas flacas. “No hace mucho tocábamos todos los fines de semana, tanto en verano como en invierno. Ahora hacemos uno al mes, con suerte”, explica Alberto El Cheff, del grupo El Límite, quien añade, como otros artistas encuestados, que “tenemos suerte de haber mantenido otros trabajos, a pesar de que ha habido épocas en las que logramos hacer dinero con la música. Ya no es la fuente de ingresos número uno”. La actual coyuntura supone también un notable hándicap para la exportación de la música sevillana más allá de Despeñaperros. “Desde aquí es super jodido ir a tocar a Galicia o Bilbao o Barcelona, aunque son sitios donde hay mucho público”, comenta Colom, mientras que Alberto El Cheff afirma que “ir a Alicante o incluso a la otra punta de Andalucía se ha puesto complicado, y no sólo por los gastos de desplazamiento: en muchos casos tienes que alquilar la sala donde vas a actuar, ocuparte de la cartelería, etcétera. Y depender de la taquilla, sabiendo que el público no tiene dinero...”.   SIN PLANIFICAR   Vicky Luna, popular por su militancia en el trío Las Niñas, dice que “ahora las cosas salen de un día para otro, no hay manera de planificar un verano”, y lamenta que “hay músicos de primera línea haciendo bolos a cincuenta euros por músico. Es irrisorio, pero lo tomas o lo dejas”. “El circuito andaluz de música se lo cargaron, ahora existe una fórmula mixta, que es Enredarte, pero lo cierto es que los veranos de 40 o 50 actuaciones parecen haberse acabado para todos”. En un estilo musical muy diferente, El Marchena también acusa la bajada de bolos: de 25 a 30 en los mejores veranos “a uno y te das con un canto en los dientes”, dice con buen humor. “En realidad esto de la música ha sido siempre un camino difícil, que exige mucho oficio y mucho tesón, pero ahora que los ayuntamientos no contratan y que casi tampoco se puede tirar de los promotores privados, estamos como estamos... Yo no me puedo quejar, porque además de los conciertos trabajo como técnico en un estudio, y por ahí escapo”. La de técnico o productor es una de las profesiones periféricas en el mundo de la música que están salvando la temporada a muchos artistas, pero hay muchos menesteres por probar: componer para otros, dar clases y hasta hacer de pipa (quienes cargan y descargan los equipos y los montan sobre el escenario) son algunas de las faenas que proporcionan ingresos extra. Pero también es la hora de combatir las circunstancias adversas con imaginación, mientras asistimos a un cambio de modelo que nadie sabe adónde conducirá. “Por nuestra parte, hemos decidido formar paquetes para atraer a públicos distintos”, prosigue El Marchena. “Nos reunimos varios, Junior, Juanito Makandé, Jesús de la Tomasa, y hacemos la fuerza que tal vez no pueda hacer uno solo”. El citado Juanito Makandé es uno de los pocos músicos que no tiene un respiro este verano... Aunque a costa de diversificarse hasta el extremo: “El secreto es el movimiento y la creatividad, pero he decir que estamos reventaos de tanto viaje”, asevera. “Para poder vivir de la música de una forma normal, sin lujos, hay que currar en varios proyectos, y reventarte el lomo y el cerebro. Ahora estoy con El Canijo de Jerez con The Mencial Project, mi propia historia y Orígenes, un nuevo trío con Chiki Lora y Enriquito de los Canteca... Esto es un no parar”, dice. Alberto, de El Límite, también ha tenido que abrir una vía alternativa para ampliar horizontes. “He empezado con un proyecto nuevo, Opio, en el que actúo con músicos y no con DJ’s. Es un show diferente, no tan fuerte ni tan directo como cuando vamos con El Límite, pero que nos permite actuar en terrazas y hoteles, unos espacios que no solemos frecuentar”, explica el rapero. Es también el caso de Vicky Luna, que además de llevar adelante proyectos múltiples –su grupo Chez Luna, un repertorio de boleros, otro de música brasileña y otro de blues, además de su reciente reunión con Alba Molina–, ha empezado a probar algo “a lo que me había negado siempre: a hacer bodas. Se ha puesto de moda celebrar aperitivos cool, con música un poco más escogida que la habitual de las orquestas, y la verdad es que nos está yendo bien. Un contrato de esos te resuelve un mes de hipoteca”, informa la cantante. “También está la venta de discos: puede que el caché sea bajo, pero si logras vender algunos es un dinero extra que te viene muy bien”. Pero la crisis también está reinventándose los espacios donde actuar, desde centros sociales a domicilios privados o incluso, como parece estar poniéndose de moda, azoteas. “Me encanta ese rollo cercano con el público”, dice Cristóbal Colom. “El año pasado tocamos en una azotea y fue de los mejores bolos que hemos hecho, la gente estaba más callada y atenta que en un concierto en un bar [risas]. Es una opción muy guay tanto para los grupos como para el público, que disfruta de otra manera del concierto”.   MÁS SIMPLE   No obstante, lo que más se hace esta temporada de vacas flacas es simplificar las formaciones, proponer bandas reducidas (cuando no formatos unipersonales), virar hacia sonidos acústicos y optimizar, en definitiva, los recursos. “Nos hemos hecho ultracústicos con contrabajo, guitarras de palo, batería con escobillas... para caber en cualquier lado, incluso en la calle de las ciudades que visitamos. Estamos seguros de que se gana más guita tocando en la calle que en el garito”, comenta Tachera, quien no obstante cree que los músicos deben rebelarse contra estas circunstancias, empezando por las muy restrictivas normativas municipales: “La otra solución es ponernos en plan reivindicativo, aunque eso hasta el otoño no llegará. Que vaya temblando Zoido...”, apostilla, en alusión al alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido. La rabia del músico se mezcla con las ganas, propias de este oficio, de confrontar las canciones con el público. Y todo ello se conjura para evitar la gran pesadilla del gremio, eso que ayer parecía impensable y hoy cobra una sobrecogedora verosimilitud: un verano sin bolos.

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