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¿Qué está creciendo bajo las setas?

La acampada montada en la Encarnación a raíz del 15M cumple diez días con el objetivo de extenderse por los barrios.

el 25 may 2011 / 21:32 h.

Yimbo Blackwood, acampado en las setas "como un pitufo" para reivindicar una democracia más participativa.

Quien se esté preguntando por qué continúa el campamento de indignados bajo las setas de la Encarnación debe saber que a ellos también quieren contárselo, e irán a su barrio a hacerlo. El movimiento nacido hace diez días en la manifestación del 15M afronta un momento crucial: tras el espontáneo estallido que congregó por internet a miles de personas contra los privilegios de la clase política, el excesivo poder de los bancos sobre la gente o la precariedad laboral, los acampados buscan cómo administrar las ideas surgidas en debates y asambleas, para que germinen en una nueva estructura social más justa. "Yo tengo muchas ganas, pero veo que tenemos que organizarnos", dice Sarabel Montiel, que ayer preparaba el taller de asambleas para evitar que las ideas se pierdan. "El que llega con la reunión empezada no se entera y quien no viene un día repite los temas al día siguiente, y así no se avanza", planteaba el debate, que buscaba formas de fijar los pasos para hacer camino. Yumbo Blackwood proponía hacer actas para que todos pudieran consultarlas, e insistía en que el debate es esencial para que el movimiento continúe.

Los acampados, unos 200 cada noche, están organizados en comisiones de logística, limpieza, cocina, actividades o protección legal que cada vez funcionan mejor. Entre ellos hay estudiantes, abogados, empresarios, jóvenes y viejos, que una vez planeada la logística, intentan profundizar en el verdadero objetivo del 15M: que la gente se adueñe del poder político y controle a sus representantes en una democracia más participativa.

"Yo soy de los que llevan media vida esperando esto, una movilización de desobediencia civil para acabar con los abusos, para que los políticos pasen los cuatros años acojonados porque si lo hacen mal los vamos a echar", dice Ángel García. "Ahora hay que avanzar sin radicalizarnos ni politizarnos; eso no es lo que nos une y no podemos ser excluyentes". Por eso propuso en un debate centrarse en lo común: el afán por promover una ciudadanía activa que luche por sus ideas, sean las que sean. Para eso, insisten todos, hace falta tiempo: "No podemos correr porque aún estamos aprendiendo a gatear, y porque esto no es un sprint sino una carrera de fondo", dice, consciente de la dificultad de difundir un mensaje que a la gente le llega difuminado. "Por eso me alegro de que hayan pasado las elecciones -añadedice Blackwood-, para que se vea que nuestro objetivo nunca ha sido influir en ellas".

Mientras se trabaja en las propuestas -algunas ya concretadas en un manifiesto que insiste en el derecho a la vivienda y al trabajo, servicios públicos de calidad o el aumento de las libertades ciudadanas-, la comisión de barrios estudia ya cómo llevar esta dinámica a los distritos, con medidas concretas, dirigidas a los vecinos.

La primera forma de hacerse visibles en los barrios será la marcha a pie o en bici que partirá a las 20 horas de hoy de Su Eminencia y recorrerá El Cerro, "para que surja una seta en cada plaza y en cada calle". El domingo 29 han convocada otra manifestación a las 19 horas que, como la del 15M, saldrá de la Plaza de España hacia la Encarnación.

Entretanto se han montado multitud de actividades: talleres de debate sobre igualdad de género, sostenibilidad y hasta reciclaje de vasos; teatro, música, juegos para niños y "todo lo que la gente quiera hacer", dicen Ana Caro y Teo Lobato, de la comisión de actividades. "Con esto reflexionamos sobre las leyes cívicas de muchas ciudades que impiden espectáculos en la calle ¡si es cultura! ¿cómo vamos a permitirlo?".

Otros, como Rocío Expósito, de la comisión de comida, mantienen las tripas del campamento; el sábado repartieron 10.000 comidas, y no sólo bocatas, sino más elaboradas, como paellas. "Viene gente todos los días a traer cosas. Desde ancianos a un niño de 14 años que nos dijo que había saqueado el frigorífico de sus padres". Su labor quizá sea más desagradecida, pero está encantada: "Me gusta, estoy ilusionada con cómo está saliendo: hoy vienen mis amigos a ver lo que estamos haciendo".

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