Una bocanada de aire fresco supone el concierto que esta semana (hoy y mañana, 20.30 horas, Teatro de la Maestranza) ofrece la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla dentro de su temporada de abono. Es la primera vez que el violinista italiano y director Enrico Onofri se pone al frente del conjunto hispalense. Nunca hasta ahora había subido a su podio un maestro ligado con la interpretación histórica de la música. Centrado en el repertorio barroco y clásico, Onofri, muy vinculado a la Orquesta Barroca de Sevilla, abordará páginas de Arriaga, Haydn y Boccherini en el que constituye uno de los programas más atractivos del actual curso.
¿Ha habido receptividad en los profesores de la ROSS por abrazar los criterios históricos a la hora de interpretar? Absolutamente. Me he encontrado con unos músicos muy interesados y curiosos, dispuestos a trabajar detalles y otras formas de abordar la interpretación. Hay veces en las que es necesario vencer inercias y acabar con ideas prefiguradas, pero en este caso todo ha fluido con gran naturalidad.
Frente a lo que suele ser habitual ha elegido usted una plantilla anormalmente amplia para este repertorio... Es una leyenda de la música antigua el creer que siempre han de ser conjuntos pequeños. Hay documentos que testimonian cómo por ejemplo Arcangelo Corelli llegó a dirigir a una formación de 100 músicos. Tocar con muy pocos instrumentos es interesante para trabajar las articulaciones, pero no deja de ser una opción estética más. Claro que también, hoy en día, es una hábil decisión económica para ahorrar. Yo dirigiré estos días a una Sinfónica de tamaño mediano, con la que podremos hacer una estupenda versión de la Sinfonía nº 96 de Haydn.
¿Cómo se enfrenta a la espinosa cuestión del vibrato? Vibrato sí o vibrato no... ¿verdad?El vibrato es un adorno que nació en el siglo XX con el violinista Fritz Kleisler. Por tanto, todo el siglo XVIII y XIX musical puede abordarse con un sonido plano, sin que vibren los instrumentos. Es cierto que ahora eliminar el vibrato constituye poco menos que una moda interpretativa. Pero no va desencaminada. En todo caso yo creo que más importante que eso es evitar las ejecuciones estandarizadas. Lo estándar llegó con la era industrial, algo muy ajeno a los siglos anteriores. Es por esto que digo que hay que tener conciencia histórica a la hora de afrontar la interpretación, porque en ella caben muchas opiniones.
¿Abordaría una sinfonía de Mahler con parecidos criterios que una de Mozart? No puedo contestarle a eso porque, de momento, los límites de mi repertorio están en la primera mitad del siglo XIX, con Chopin como último peldaño. Eso por ahora, no sé qué pasará en el futuro. Me interesa mucho Brahms, y tengo ganas de interpretarlo porque lo considero un compositor romántico que nunca dejó de mirar al barroco y el clasicismo. Pero volviendo a su pregunta, desde luego todo el siglo XIX es abordable musicalmente desde la conciencia histórica.
Es usted un defensor de la recuperación del patrimonio musical pero será consciente de que ningún festival alemán o francés va a pedirle que toque allá una obra del maestro de capilla de la Catedral de Sevilla, Domingo Arquimbau... Efectivamente las obras maestras ya se han redescubierto todas;no creo que encontremos la Décima Sinfonía de Beethoven. Pero en Sevilla se está haciendo un trabajo musicológico maravilloso de rescate del pasado sonoro. Que no me vayan a pedir fuera que toque esas obras es un problema de ignorancia de los que encargan.Ningún otro músico ha dirigido tantas veces a la Orquesta Barroca. ¿Qué necesitan para que le nombren ya director titular? Para mí sería un honor que lo hicieran. En todo caso habría que preguntárselo a ellos, pero me consta que les encanta trabajar con muchos directores y enriquecerse con sus opiniones.
¿Deberían los teatros de ópera atender con naturalidad el repertorio lírico barroco? El Maestranza no lo hace... La mayor parte de las óperas se escribieron en los siglos XVII yXVIII; creo que sería maravilloso que en teatros como este se vieran óperas previas a la eclosión del romanticismo. Además, para apreciar en su medida a Rossini o Verdi es necesario valorar lo anterior.
¿La crisis de valores culturales que padece España es también extensible a su país, Italia? En términos generales diría que una parte de Europa está siendo mucho más golpeada por una crisis cultural que económica. Italia, que tantas veces es un país piloto para lo bueno y para lo malo, está a la cabeza tristemente enarbolando un sistema educativo pésimo. Nuestras próximas generaciones van a ser totalmente insensibles al hecho artístico. Allí cada vez hay menos conciertos y, por tanto, menos trabajo. Paso más tiempo en Alemania, Canadá o Japón que en mi país. Por fortuna, en España este mal está atenuado, las salas se llenan y percibo un entusiasmo muy sano.