Deportes

Qué gran día para resucitar

El Betis eligió el Domingo para hacer lo que precisamente se festeja en tan magno día, volver a la vida después de una semana dura, durísima. Atrás quedaron el botellazo a Armando, las injusticias federativas y otras polémicas. El Betis ganó en Pamplona y se acerca a la salvación. (Foto: EFE).

el 15 sep 2009 / 02:09 h.

El Betis eligió el Domingo de Resurrección para hacer lo que precisamente se festeja en tan magno día, volver a la vida después de una semana dura, durísima. Atrás quedaron el botellazo a Armando, las injusticias federativas y otras polémicas. El Betis ganó en Pamplona y se acerca a la salvación, a la vida misma.

Un golito de Mark González, la gran actuación de Casto y un funcionamiento más o menos correcto de la defensa equivalieron para el Betis a tres puntos de oro en un campo maldito, ante un rival maldito y después de una semana maldita. El conjunto verdiblanco, sin hacer nada del otro mundo, sufriendo sólo un poco menos de lo que debió de padecer Jesús después de ser crucificado, se aleja otra vez de la zona de descenso y, sobre todo, se reivindica como equipo de fútbol en medio del atropello federativo que siguió a la agresión a Armando. Por cierto, Velasco Carballo no pitó dos posibles penaltis en el área heliopolitana. Lo que son las cosas...

La primera parte no dejó muy claro cuál de los dos equipos tenía más miedo a perder. Cada vez que uno de ellos se apropiaba del balón, el otro se escondía en su propio campo. Y aun así, Osasuna fue capaz de desnudar las eternas carencias defensivas del Betis desde el minuto uno. O más concretamente desde el cinco, cuando Delporte remató un saque de banda (sí, de banda) y no batió a Casto de milagro. O en el seis, cuando el portero hizo lo peor que puede hacer un jugador en su puesto, crear dudas, en un lanzamiento de Monreal que dejó pasar... directo al larguero.

Aparte de estos sobresaltos, poco o nada se vio en toda la primera mitad. El Betis, desde luego, sufrió "tela", como diría Paco Chaparro, por sus laterales, a menudo superados por Juanfran y Delporte (más Plasil cuando el galo se lesionó). La insistencia de Osasuna por alcanzar la línea de fondo, lógicamente, se tradujo en muchos centros al área, pero la defensa heliopolitana, ahora sí, los despejó con cierta solvencia. Otra cosa es que Melli quiera ser Beckenbauer más a menudo de lo conveniente, pero cosas peores se le han visto a la zaga bética. Y si el conjunto navarro encontró alguna vez un resquicio, allí estuvo Casto para equilibrar sus fallos iniciales, primero en una falta lanzada por Puñal y luego al detener un cabezazo de Josetxo. El joven portero acabó de sobresaliente pese a un arranque tan dubitativo.

Del centro del campo hacia delante, muy poco. Lo más peligroso que realizó el Betis antes del descanso fue un mano a mano de Pavone ante Ricardo, cuando el reloj ya había alcanzado la media hora. El argentino no definió bien y el portero frustró el peligro. Los verdiblancos trataron el balón con cierto cariño, todo sea dicho, pero una cosa es quererse y otra tener un hijo.

<b< Gol y partido loco. El paso que aún tenía que dar el Betis para dejar Iruña con algo más que un punto se lo proporcionó Mark González en una falta. El tanto, sin embargo, descolocó a los verdiblancos más que a los rojillos, que se lanzaron en tropel en dirección al área de Casto, bien defendida por su cuerpo central pero sólo regular por los mediocentros. La entrada de Font también hizo mucho daño en las inmediaciones de la media luna bética, y si Osasuna no empató fue porque Plasil tuvo mala puntería en un cabezazo franquísimo y Velasco Carballo contradijo a todo el Reyno de Navarra no viendo penalti en una mano de Edu y una fricción entre Casto y Font.

El Betis, como era de esperar, dio el paso atrás en el tramo final, con cinco defensas y que sea lo que dios quiera. La fórmula le salió bien porque Casto anduvo muy fino en un chut de Puñal, más solo que la una en la frontal, y en un taconazo de Pandiani en la única gran desaplicación de la zaga de Chaparro. Pero no podía ser. Era Domingo de Resurrección y el Betis, por fuerza, tenía que resucitar.

  • 1