Antonio del Castillo, el padre de la joven desaparecida, no se muestra sorprendido ante el presunto encubrimiento de la novia de Miguel. «Tenía claro que había más gente al tanto».
-Estos días se ha conocido que la novia de Miguel sabía del crimen de su hija desde la noche del 24 de enero, cuando desapareció. Guardó silencio 45 días. ¿Cómo han recibido esta noticia?
-Desde luego no con sorpresa. Yo tenía claro que, más allá de los cuatro detenidos, había gente que estaba al tanto de lo que pasó. Por eso, la Justicia tiene que caer con todo su peso sobre todos los que sabían y callaron. ¿Por qué callaron? No lo sé y no quiero especular si fue por miedo o por algo peor. Sólo sé que aprendieron muy bien la lección, la contaron en un programa de televisión y convencieron a muchos. Ahora resulta que son encubridores.
-Pero sabe que, aunque se demuestre que lo fue, Rocío, por ser menor de 16 años, no puede ser condenada...
-Eso es el colmo. En este país eres adulta para abortar pero no tienes conocimiento de que estás tapando a un criminal. Para unas cosas sí se es adulto y para otras no. Yo no sé si los mayores de esa casa sabían lo que pasó, pero sea como sea, ellos o la niña, todos los que tuvieran que ver deben pagar por el daño que están causando. Porque no sólo hiere el que mata, también el que no habla a tiempo. Nuestra Justicia no puede recaer sólo en los que la cumplimos, sino en los que se salen de la ley.
-¿Tienen información puntual de cómo está avanzando el proceso judicial y el policial?
-Sí, nuestro abogado nos va contando los detalles importantes y la Policía nos dice algunas cosas. Sobre todo, sabemos lo que cuentan los cuatro detenidos, pero de los testigos sabemos muy poco. Es normal que no nos quieran llamar cada poco, sólo cuando hay cosas de mucho interés. En nuestro caso, además, el máximo interés está ahora en saber dónde se encuentra mi hija, porque eso es lo primordial. Es la pregunta que más me repito: dónde. Claro que quiero saber todo lo que pasó y poder pedir cuentas a la Justicia por ello, pero ahora lo que me urge, lo que me quema, es saber dónde está ella. Ése es mi interés y es lo que me quita el sueño. Es el capítulo que primero debemos aclarar, y nos hace falta que sea pronto.
-¿Insiste en su idea de que no la arrojaron al río?
-Sí, creo que fue un cuento falso, inventado. Si no, con tantos medios como están trabajando allí, no es lógico que no haya resultados. Los cuatro han aportado una pista aprendida y pactada. Han contado lo que quieren. Puede que a Marta le hayan hecho algo y no lo quieran decir ni que se sepa.
-¿Y la Policía qué les dice sobre esta sospecha suya?
-Que ellos tienen la certeza de que está en el río. Que ése es su punto de referencia. El ánimo me dice otra cosa, pero intento creer lo que me dicen ellos.
-Los restos de ADN apuntan a la presencia de El Cuco en el cuarto en el que agredieron a su hija, y justo cuando eso se sabe se desdice de su confesión inicial, cuando dijo que estuvo allí...
-...mire, no quiero pararme en detalles. Pero contradicciones como ésa muestran que hace falta mano dura para que de los interrogatorios se extraiga la verdad. No sé cómo van, no conozco los métodos, pero he pedido a la Policía que traiga expertos de los que interrogan a etarras, gente que sepa interrogar y sacar conclusiones de verdad a esta gente.
-La Policía sostiene que está haciendo todo lo humanamente posible en este caso. ¿Se siente satisfecho con su labor?
-Sí, una cosa es que haga sugerencias y otra que no esté contento. Yo me siento muy muy respaldado por el trabajo de la Policía. Sé que va lento pero confío en ellos. Lo que pasa es que estamos ante unos individuos... Tan fríos... Creo que estos niñatos, por momentos, se están cachondeando de la Policía. Si no, con todo lo que están trabajando, no entiendo que los resultados no lleguen.
-¿Cómo va la recogida de firmas a favor de la cadena perpetua?
-Bien, ya tenemos 200.000 firmas. Era de esperar, porque España es el único país de Europa en el que la gente tiene que salir a la calle para pedir Justicia, porque flaquea. La gente tiene ganas de cambio y eso nos ayuda. Por eso procuramos tener ánimos, a veces decaen, pero nos venimos arriba porque nuestra hija lo merece, porque nos llama. Tendremos valor para pelear todo lo que haga falta.
