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Que le pregunten a ellos

De un tiempo a esta parte se han repetido los actos de homenaje a las mujeres, mujeres en el ejército, mujeres de rectoras, mujeres emprendedoras. También se suceden los reportajes acerca de las conquistas de aquéllas en los ámbitos públicos. Parece como si de pronto la sociedad, o los medios de comunicación, reparasen en un hecho novedoso...

el 15 sep 2009 / 17:00 h.

De un tiempo a esta parte se han repetido los actos de homenaje a las mujeres, mujeres en el ejército, mujeres de rectoras, mujeres emprendedoras. También se suceden los reportajes acerca de las conquistas de aquéllas en los ámbitos públicos. Parece como si de pronto la sociedad, o los medios de comunicación, reparasen en un hecho novedoso, cual es la presencia del género femenino en espacios que antes estaban reservados a los hombres.

Y al hilo de estas noticias, se entrevistan a las mujeres para que expliquen su experiencia personal y den su opinión sobre los problemas que aún existen. También, para que se pronuncien sobre lo que hay que hacer para que la igualdad sea una realidad. Y las mujeres se prestan a ello, exponiendo razones y desvelando los caminos a seguir.

Creemos, sin embargo, que detrás de estas entrevistas y reportajes, siempre bien intencionadas, está la idea muy extendida de que la situación de las mujeres sólo nos incumbe a nosotras. Que es tarea nuestra aportar las razones y los argumentos para que se opere el cambio tan deseado para que todas y todos seamos iguales. Incluso que justifiquemos las medidas que nos favorecen para que los hombres las entiendan y no las rechacen. Ante esta situación, es hora de decir: que le pregunten a ellos.

Que le pregunten a los hombres como pueden sentirse cómodos en una sociedad que aún discrimina a 50% de la población. Que le pregunten si su idea de justicia es compatible con una menor retribución por el hecho de ser mujer. Que le pregunten si su compromiso social, que de seguro todos afirman tener, resiste el hecho de que la pobreza tiene rostro femenino.

O si su noción de igualdad no choca con los malos tratos y la violencia asesina que se ceba en las mujeres. Si su defensa de la competencia personal, como el mejor criterio en la promoción, se compadece con el hecho de que casi siempre ganen ellos, cuando son más las universitarias que se gradúan. Si la equidad en las relaciones se resiente con el desigual reparto de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos y dependientes. En definitiva, que le pregunten si su escala de valores se puede mantener en la sociedad actual con las mujeres como están.

Que le pregunten y que respondan. Que argumenten con razones convincentes por qué aún no se ha alcanzado la igualdad deseada. Decimos que argumenten con razones, porque ya no valen las impresiones personales sobre estas cuestiones, o la mera creencia de que la situación va a cambiar por el simple transcurso del tiempo.

Es necesario que se documenten con lo mucho que se ha escrito sobre la materia, con las aportaciones de las filósofas, de las juristas, economistas, historiadoras, politólogas, sociólogas, antropólogas... que han generado una batería de conocimientos que explican la realidad actual y delinean los caminos a seguir. Para ello es necesario que el "saber oficial", es decir, aquel que se genera y trasmite en las universidades, acepte este otro conocimiento que aún permanece extramuros en la formación de los estudiantes.

Sólo se ha conseguido como una gran victoria que, a todo lo más, se configure una optativa sobre las relaciones de género. Y así, los planes de estudio, en su gran mayoría fieles a su tradición masculina, no incorporan el movimiento social más importante del siglo pasado, ni reciben las aportaciones de aquellas que lo han estudiado; con lo que sus redactores nos dan una lección de ignorancia supina acerca del mundo en el que vivimos y la realidad en la que nos desenvolvemos.

Rosario Valpuesta es catedrática de Derecho Civil de la Pablo de Olavide.

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