9 de mayo de 1950. Robert Schuman pronunciaba el discurso que se conmemora como el origen de la Comunidad Europea. La declaración reivindicaba un espacio común de libre circulación para personas, mercancías y capitales, un objetivo económico con implicaciones políticas que permanece hasta hoy.
58 años después, los países de la creciente Unión discuten entre sí sobre el tiempo de reclusión para extranjeros pobres, gente indispensable tanto para la economía como para el discurso xenófobo que permite canalizar la insatisfacción diseñada (recluidos ¿seis meses? ¿año y medio? ¿más tiempo?). Asumamos que aún podríamos ser peores. Juan José, por tierras de Anáhuac, me recuerda por escrito cuán poco vale la vida en otras partes del planeta. Es cierto, como también que ya pasó la época en la que Europa fabricaba derechos humanos. La misión que ha tomado hoy es la de mantener el nivel para un grupo escogido que se encoge y evitar que la entrada de extraños al club reduzca el bienestar promedio.
Por curiosidad, escribo en Google "Europa retención inmigrantes". El programa me responde "Quizá quiso decir «Europa atención inmigrantes»".
Ojalá, Google, ojalá.