El Ayuntamiento y las fuerzas sociales tienen que ponerse las pilas con el turismo. La cosa es muy seria y no admite mezquindades. Urge frenar una sangría que va ya por el 4% y que irá a más, a poco que la crisis nos suba de las rodillas. El alcalde debe dirigir una gran operación de relanzamiento turístico: no es sólo que la Feria caiga en 1 de mayo; es que los forasteros tengan dónde meterse, y si hacen falta cien casetas para ellos, pues cien casetas. Es inventarse la Sevilla nocturna y mágica, con rutas del Tenorio y de las leyendas. Es la banda municipal en los parques y los actores callejeros defendiendo la muralla en la Toma de Sevilla. Es un merendero en el río, es una Andalucía de los Niños que no esté pudriéndose entre jaramagos, es un paso de Semana Santa montado todo el año. Es Isla Mágica y es el Acuario. Es una cuestión de orgullo. Si Sevilla no puede vivir de eso, quién. ¿Zurich? ¿Benidorm? ¿Copenhague? Pues detrás de ellos estamos. Eso sí, la honra intacta.
